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Segunda escolástica

La segunda escolástica , [1] también llamada escolástica moderna , es el período de resurgimiento del sistema escolástico de filosofía y teología , en los siglos XVI y XVII. La cultura científica de la segunda escolástica superó a su fuente medieval ( la escolástica ) en el número de sus proponentes, la amplitud de su alcance, la complejidad analítica, el sentido de la crítica histórica y literaria y el volumen de la producción editorial, la mayor parte de la cual permanece hasta ahora poco explorada.

El escotismo y el tomismo

A diferencia de la "Primera", es decir, la escolástica medieval, una característica típica de la segunda escolástica fue el desarrollo de escuelas de pensamiento, desarrollando la herencia intelectual de su "maestro". Dos escuelas sobrevivieron de fases anteriores de la escolástica, el escotismo y el tomismo . Los escotistas, en su mayoría pertenecientes a las diversas ramas de la orden franciscana, incluyen a los italianos Antonio Trombetta , Bartolomeo Mastri , Bonaventura Belluto; el francés Claude Frassen , los emigrantes irlandeses Luke Wadding , John Punch y Hugh Caughwell ; y los alemanes Bernhard Sannig y Crescentius Krisper. Los tomistas estuvieron representados generalmente, pero no exclusivamente, por los iberos en las órdenes dominica y carmelita . Incluyen a Thomas Cajetan (o Caietanus), Franciscus Ferrariensis , Domingo de Soto , Domingo Báñez , João Poinsot , los complutenses y otros.

La segunda escolástica en el ámbito católico

Aula del siglo XVII en la Universidad de Salamanca

La escolástica desempeñó un papel importante durante la Contrarreforma, un movimiento dentro de la Iglesia católica que surgió en respuesta a la Reforma protestante del siglo XVI. Durante este período, que abarca aproximadamente desde mediados del siglo XVI hasta mediados del siglo XVII, los pensadores escolásticos hicieron varias contribuciones importantes en los ámbitos teológico y filosófico para reforzar la posición de la Iglesia católica. Algunas de estas contribuciones incluyen: La defensa de la tradición católica, la escolástica, en la Contrarreforma, se centró en defender y preservar la tradición católica frente a los desafíos planteados por la Reforma protestante. Los escolásticos abogaron por la autoridad de la Iglesia y la tradición en la interpretación de las Escrituras, en contraste con las interpretaciones individualistas promovidas por algunos reformadores protestantes. Clarificación doctrinal: los pensadores escolásticos trabajaron en la clarificación de las doctrinas católicas, proporcionando explicaciones detalladas y sistemáticas sobre cuestiones teológicas clave. Esto implicó la elaboración de tratados teológicos y la sistematización de la teología católica, ayudando a fortalecer la coherencia interna de las enseñanzas de la Iglesia. Controversias teológicas: La escolástica durante la Contrarreforma abordó diversas controversias teológicas que surgieron en el contexto de la Reforma. Por ejemplo, se centró en debates sobre la justificación, la gracia y los sacramentos, presentando argumentos que apoyaban las posiciones católicas y refutando las objeciones protestantes. Desarrollo de la filosofía y la teología moral: Los escolásticos contribuyeron al desarrollo de la filosofía y la teología moral. Exploraron cuestiones éticas y morales dentro de un marco filosófico, buscando proporcionar orientación ética y moral en un contexto donde las prácticas y enseñanzas católicas estaban siendo cuestionadas. Apoyo a la educación católica: Muchos pensadores escolásticos estaban asociados a instituciones educativas católicas, como la Universidad de Salamanca, la Universidad de Alcalá, la Universidad de Coímbra o la Universidad de Lovaina, donde enseñaban y promovían la educación católica. La formación de sacerdotes y eruditos católicos se consideraba esencial para contrarrestar las ideas reformadas y mantener la ortodoxia católica. En resumen, la escolástica desempeñó un papel crucial en la Contrarreforma al ofrecer una defensa intelectual y sistemática de la fe católica, abordar controversias teológicas y contribuir al desarrollo de la teología y la filosofía dentro del marco católico. Estos esfuerzos ayudaron a consolidar y fortalecer la posición de la Iglesia católica durante un período de importantes desafíos.

El surgimiento de la segunda escolástica durante el Renacimiento en la Universidad de Salamanca estuvo muy determinado por la influencia de Francisco de Vitoria y la orden de los dominicos , que durante la primera mitad del siglo XVI aportaron a la Segunda Escolástica algunas figuras protagonistas, como el citado Francisco de Vitoria , así como Domingo de Soto , y una orientación centrada en el derecho , la economía , la teología y otras disciplinas académicas que vinculaban la escolástica con temas y problemas más propios de las sociedades modernas .

La influencia intelectual de la segunda escolástica se vio aumentada por el establecimiento de la Compañía de Jesús (1540), por Ignacio de Loyola , con la aprobación del papa Pablo III . Los "jesuitas" son considerados una tercera "escuela" de la segunda escolástica, aunque esto se refiere más al estilo común de trabajo académico que a alguna doctrina común. Las figuras importantes incluyen a Pedro da Fonseca , Antonio Rubio , los conimbricenses , Roberto Bellarmino , Francisco Suárez , Luis de Molina , Gabriel Vásquez , Pedro Hurtado de Mendoza , Rodrigo de Arriaga , Thomas Compton Carleton y muchos otros. El trabajo intelectual y didáctico conjunto entre jesuitas y dominicos en el marco de la Contrarreforma ayudó a difundir las ideas de la segunda escolástica por todo el Nuevo Mundo y Europa, donde las órdenes, apoyadas por las monarquías y las autoridades locales, fundaron academias, seminarios, universidades y dirigieron numerosas universidades prestigiosas de la época.

Junto a estos autores más ortodoxos en cuanto a la corriente escolástica se refiere, hay que destacar también el pensamiento de otros filósofos cercanos a la escolástica que experimentaron con nuevas ideas, pensadores "independientes" como Sebastián Izquierdo , Juan Caramuel y Lobkowicz , Kenelm Digby , Raffaello Aversa etc., que mezclaron las ideas de la segunda escolástica con las nuevas ideas de la Ilustración .

La segunda escolástica en el ámbito protestante

La escolástica, como tradición filosófica y teológica predominante en la Edad Media, influyó en el contexto de la Reforma protestante del siglo XVI de diversas maneras. Aunque los reformadores a menudo criticaron la escolástica en su búsqueda de volver a las fuentes bíblicas, se pueden identificar algunas contribuciones importantes de esta tradición a la Reforma: La escolástica proporcionó un marco sistemático para la teología, permitiendo a los reformadores estructurar y organizar sus propias doctrinas de manera lógica y coherente. Esto fue particularmente evidente en la formulación de confesiones de fe y catecismos que definían las creencias protestantes. Los reformadores emplearon métodos escolásticos de argumentación y debate para defender sus puntos de vista teológicos y refutar las posiciones sostenidas por la Iglesia Católica. Esta metodología influyó en la creación de escritos polémicos y la presentación sistemática de las doctrinas reformadas. Aunque los reformadores criticaron ciertos aspectos de la lógica aristotélica utilizada por la escolástica, aun así incorporaron elementos de razonamiento lógico en su teología. La lógica y la razón se utilizaron para establecer argumentos teológicos y presentar doctrinas de manera clara y coherente. La escolástica influyó en la elaboración de teologías sistemáticas dentro del protestantismo. Reformadores como Juan Calvino y Martín Lutero, si bien criticaron ciertos aspectos de la escolástica, organizaron sistemáticamente sus enseñanzas, creando sistemas teológicos que abordaban diversas cuestiones doctrinales. A pesar del énfasis de los reformadores en volver a las Escrituras como fuente primaria de autoridad, utilizaron términos y categorías filosóficas desarrollados en la tradición escolástica. Estos términos se emplearon para expresar las doctrinas reformadas con mayor precisión y para entablar diálogos teológicos de la época. A pesar de las críticas y la ruptura con ciertos aspectos de la escolástica, los reformadores se beneficiaron de la estructura intelectual proporcionada por esta tradición. Utilizaron métodos y herramientas de la escolástica para articular y defender sus propias interpretaciones de la fe, contribuyendo al desarrollo del pensamiento teológico en el contexto de la Reforma protestante.

Ramus esperando a sus asesinos: grabado en madera de Joseph-Nicolas Robert-Fleury , 1840

Entre las tendencias del pensamiento escolástico propias del ambiente protestante, cabe destacar dos: La Ortodoxia Reformada, que se refiere a la tradición teológica que floreció en las iglesias reformadas durante los siglos XVI y XVII, a raíz de la Reforma Protestante liderada por figuras como Juan Calvino y Martín Lutero. Este período de consolidación y articulación teológica buscó establecer sistemáticamente las creencias fundamentales de la tradición reformada. En este contexto, se formularon confesiones de fe y catecismos para expresar las doctrinas reformadas de forma clara y sistemática. Ejemplos notables incluyen la Confesión de Westminster, los Cánones de Dort y el Catecismo de Heidelberg. Estos documentos se convirtieron en estándares doctrinales y guías para la enseñanza en las iglesias reformadas. La "Ortodoxia Reformada" se caracterizó por un enfoque riguroso en la teología dogmática, con el objetivo de sistematizar las doctrinas clave de la fe cristiana. Esto incluía la soteriología (doctrina de la salvación), la doctrina de Dios, la cristología, la pneumatología y otras áreas de la teología sistemática. Se hizo hincapié en la coherencia y la estructura lógica a la hora de formular creencias. Durante este período surgieron debates y controversias teológicas, especialmente en áreas como la predestinación y la relación entre la gracia divina y la responsabilidad humana. Estos debates llevaron a la redacción de documentos como los Cánones de Dort en respuesta a las controversias arminianas. Entre los teólogos clave de este movimiento se encuentran Teodoro Beza, Zacarías Ursinus, Francis Turretin y otros. Cada uno de ellos hizo contribuciones significativas al desarrollo y la formulación de la teología reformada durante este período. La "ortodoxia reformada" dejó un legado duradero en las iglesias reformadas, influyendo en la teología y la identidad de estas comunidades hasta el día de hoy. Las confesiones y los catecismos redactados durante este período siguen siendo importantes en la enseñanza y la predicación de muchas iglesias reformadas.

La ortodoxia luterana, que abarca desde finales del siglo XVI hasta mediados del siglo XVIII, representa una era fundamental dentro del luteranismo, caracterizada por los esfuerzos por sistematizar y definir las doctrinas luteranas en respuesta a los desafíos y controversias teológicas que surgieron después de la muerte de Martín Lutero. Durante este período, los teólogos luteranos emprendieron la tarea de articular y defender las creencias luteranas a través de la lente de la teología sistemática. Un aspecto central de este esfuerzo fue la producción de documentos confesionales como la Fórmula de la Concordia. Estos documentos fueron fundamentales para aclarar y unificar las enseñanzas luteranas, en particular sobre cuestiones controvertidas como la Cena del Señor, la predestinación y el libre albedrío. El discurso teológico durante la ortodoxia luterana estuvo marcado por el compromiso con los métodos escolásticos y el desarrollo de la teología sistemática. Este énfasis en el rigor académico buscaba proporcionar un marco lógico y estructurado para las doctrinas luteranas, mejorando la claridad en la expresión teológica. Una característica notable de la ortodoxia luterana fue la integración de la filosofía aristotélica en las discusiones teológicas. Los teólogos utilizaron conceptos filosóficos para explicar y defender las doctrinas luteranas, lo que dio como resultado una comprensión más integral de los principios teológicos. En respuesta a los desafíos intelectuales de la época, la ortodoxia luterana fue testigo del establecimiento de instituciones educativas. Se fundaron universidades y escuelas luteranas para formar a teólogos y pastores, lo que contribuyó significativamente a la preservación y transmisión de la teología luterana. En esencia, la ortodoxia luterana desempeñó un papel crucial en la consolidación y preservación de la teología luterana en medio de los debates teológicos. Este período contribuyó al establecimiento de un marco doctrinal sistemático, instituciones educativas y prácticas litúrgicas, que dieron forma a la identidad y la teología del luteranismo, que sigue resonando en las expresiones contemporáneas de la tradición luterana.

Decadencia y legado

La edad de oro de la segunda escolástica se produjo entre finales del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII ; siguió controlando en gran medida los planes de estudio universitarios de filosofía. [2] La segunda escolástica comenzó a declinar bajo la influencia de los filósofos que escribían en lenguas vernáculas . Estos filósofos no estaban completamente libres del impacto de la segunda escolástica —que de hecho jugó un papel importante para muchos de ellos— pero buscaron alternativas al pensamiento aristotélico dominante . Figuras notables como Descartes , Pascal y Locke surgieron como retadores. La segunda escolástica también enfrentó la competencia de enfoques más experimentales y matemáticos de la ciencia promovidos por la Revolución científica .

Durante la Ilustración del siglo XVIII, la segunda escolástica permaneció en gran parte latente fuera del imperio español y Portugal. A pesar de esto, escolásticos como Francisco Suárez , Juan de Mariana y Luis de Molina mantuvieron su influencia durante un período prolongado. A pesar de su declive, la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII vieron el surgimiento de autores influyentes que tuvieron un impacto menor en el ámbito católico. Rodrigo de Arriaga , Juan de Sorozábal, Francisco Palanco, Miguel de Elizalde y Diego Avendaño , entre otros, contribuyeron a este período. Su impacto no coincidió con la amplia influencia de los autores escolásticos del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII.

Influenciados por Emmanuel Maignan , filósofos como Jaime Servera y Tomás Vicente Tosca y Mascó intentaron dar un nuevo impulso innovador a la escolástica moderna, tratando de sintetizar las obras e ideas de filósofos anteriores como Suárez y Gabriel Vásquez con los nuevos descubrimientos científicos.

El jesuita y autor escolástico Rodrigo de Arriaga

En algunas universidades ibéricas , la cultura escolástica moderna persistió con fuerza hasta el siglo XIX, preparando el terreno para el surgimiento del neoescolasticismo en el siglo XIX. A pesar de esto, durante el siglo XVIII, la escolástica moderna enfrentó críticas significativas por parte de los académicos asociados con la dinastía borbónica . El cambio cultural en la cultura intelectual española, la transición de las visiones conservadoras de la segunda escolástica a las nuevas ideas de los filósofos franceses y británicos durante la Ilustración, impactó aún más a la escolástica moderna. Además, se produjo un declive notable después de la supresión de la Compañía de Jesús en 1767 .

El interés por el pensamiento de los escolásticos modernos ha sido reavivado recientemente por la revista Studia Neoaristotelica .

Véase también

Referencias

  1. ^ Manlio Bellomo, El pasado jurídico común de Europa, 1000-1800, p. 225
  2. ^ R. Ariew y D. Gabbay, "El contexto escolástico", en Cambridge History of Seventeenth Century Philosophy , ed. D. Garber y M. Ayers (Cambridge University Press, Cambridge, 1998), cap. 15.

Bibliografía

Enlaces externos