[6] Eran meros títeres con una autoridad limitada a la capital y manejados por regentes tigriños, verdaderos «hacedores de reyes».
Incluso el gobernante de Shewa, Sahle-Selassie, se proclamó negus, «rey», sin permiso imperial.
[7] Al mismo tiempo, la Iglesia ortodoxa de Etiopía se dividió en un cisma entre tres facciones que debatían sobre la naturaleza de Jesús: la doctrina del doble nacimiento, Kara o Tewahido, apoyada en Tigray; la unicidad o Qebat, fuerte en Gojjam; y el triple nacimiento, Ye Tsega Lij, influyente en Shewa.
Ali II huyó a Yeju, su baluarte familiar, donde murió años después sin poder.
Sabiendo lo sucedido al regente, el jefe Wube de Tigray y Simen se sometió voluntariamente, permitiendo a Kassa consolidar su poder en Begemidir y enviar partidas contra Birru Goshu de Gojam, jefe que había perdido a su padre en Gura Amba.
[13] Por ejemplo, reorganizó administrativamente el imperio en provincias más pequeñas que puso a cargo de sus partidarios.
[11] Sin embargo, la principal razón para desear equipamiento europeo era la amenaza que representaban los norteños reinos islámicos en constante expansión.