Aun habiendo sido reconstruido 2 veces por causa de incendios provocados por la guerra siendo así un 33% más pequeño que el original, ostenta el récord mundial siendo la construcción de madera más grande del mundo.Los ciervos sika, protegidos oficialmente como tesoros nacionales y considerados como mensajeros de los dioses por el sintoísmo, vagan por el terreno libremente.Son utilizados como reclamo turístico y se les puede alimentar, previa compra de una especie de obleas que venden dentro del recinto, además ellos se dejan tocar y llegan a oler las obleas desde metros para luego acompañarte para que les des obleas, en cambio hay otras veces que cuando no les das las obleas te llegan a morder empujar o atacar, por lo que no muestran ningún temor hacia las personas.[2] Según la leyenda, el monje Gyoki fue al Gran santuario de Ise para reconciliar el sintoísmo con el budismo, pasando siete días con sus noches recitando sutras hasta que el oráculo declaró que el Buda Vairocana era compatible con la veneración de la diosa solar Amaterasu.El gran Buda fue diseñado por Kuninaka no muraji Kimimaro, cuyo abuelo fue un inmigrante del reino Baekje de Corea.En esta época, el Tōdai-ji sirvió como templo administrativo central de los templos provinciales[4] pues el seis escuelas budistas en Japón en aquella época: Hossō, Kegon, Jōjitsu, Sanron, Ritsu y Kusha.Más tarde los monjes budistas, incluidos Kūkai y Saichō se ordenaron aquí también.Al oeste del daibutsuden se encuentra el Kaidanin, y detrás el Shōso-in.Los niños no suelen tener dificultades en pasar, pero los adultos a veces se atascan y necesitan ayuda para salir.Antiguamente fue un almacén que pertenecía a Tōdai-ji, pero después de la restauración Meiji, quedó bajo la administración del gobierno nacional, y desde la Segunda Guerra Mundial ha estado bajo la administración de la agencia imperial.