José Joaquín Puello de Castro (1805 – 23 de diciembre de 1847) fue un general militar y revolucionario dominicano que se desempeñó como ministro de gobierno en la República Dominicana . Se destacó como estratega en la Guerra de Independencia Dominicana . Contribuyó a los planes de los Trinitarios logrando integrar a la lucha a otras figuras como Juan Erazo, Juan Alejandro Acosta y otros que luego se destacaron en el interés patriótico.
Su participación en la proclamación de la Independencia el 27 de febrero de 1844, lo señala como el oficial que dirigió el batallón negro que se encontraba acampado en la margen izquierda del río Ozama en vísperas del asalto a la Puerta del Conde , decidiendo su adhesión al movimiento. Destacado en la frontera sur, detuvo el avance de las tropas haitianas en la Batalla de Estrelleta , el 17 de septiembre de 1845. Desde entonces sirvió a Pedro Santana como Ministro de Gobernación y Policía durante dos años, cuando fue acusado de liderar una conspiración contra el gobierno.
Políticos que acusaron a Juan Pablo Duarte de traidor a la patria y lo exiliaron, urdieron el complot contra el general José Joaquín Puello, instigado por el cónsul francés, Eustache de Saint Denys, inventando una conspiración encabezada por él. Santana, al conocer la acusación, decidió castigar a quien previamente había endosado como Ministro interino de Interior y Policía, haciéndolo prisionero en la casa del Presidente de la República, y luego apoyándose en el artículo 210 de la Constitución de 1844, lo sometió a juicio en diciembre de 1847. Condenado a muerte junto con otros de sus familiares, el general José Joaquín Puello fue fusilado el 23 de diciembre de 1847.
Los orígenes familiares de José Joaquín Puello y sus hermanos Gabino y Eusebio , quienes también alcanzaron el grado de general, no han sido del todo esclarecidos, pese a los esfuerzos de Víctor Garrido Puello, descendiente de Eusebio. De la información obtenida por el historiador Roberto Cassá , se deduce que provenían de los medios modestos propios del periodo colonial tardío. Esto incluía la presencia cercana de antepasados españoles y más evidente aún de libertos o descendientes de esclavos . La estructura social de Santo Domingo proporcionaba a estos sectores un espacio de desarrollo, aunque sujeto al respeto a la superioridad del grupo de terratenientes y funcionarios. No está claro si los antepasados Puello alcanzaron un ascenso social marcado, pero es posible que así fuera, pues el protagonismo de los tres hermanos es significativo, pese a su identificación con el pueblo. No hay mucha información sobre el estatus social del padre de Martín Puello, pero el hecho de que viviera dentro de la ciudad amurallada es un indicador de que pertenecía a la clase media. Se sabe que Gabino, después de dejar el ejército, trabajó como músico. [1]
Existen distintas fechas de nacimiento de Joaquín Puello, pero es probable que haya ocurrido en 1805. El segundo de los hermanos, Gabino, nació casi con certeza en Puerto Rico, lo que sugiere que, como miles de dominicanos, sus padres se marcharon al extranjero. Como tantos otros, regresaron tan pronto como las condiciones lo permitieron, lo que se ve en el hecho de que Eusebio nació en Santo Domingo en 1811. [1] (Otros historiadores afirmaron que pudo haber nacido en 1808).
Ya se ha visto que Joaquín ocupó puestos de dirección en las tropas haitianas, lo que lo puso en condiciones de ejercer funciones en el estamento militar del Estado dominicano. Gabino también gozó de influencia, y participó en los preparativos del golpe de Estado del 27 de febrero de 1844, aunque no logró los planes de autoridad de su hermano mayor. Eusebio, quizá por ser el menor, quedó inicialmente bastante eclipsado, pero tras el periodo de desgracia que siguió al fusilamiento de sus hermanos, se asoció a otros sectores, aceptó los preceptos conservadores y alcanzó el grado de mariscal de campo de España tras la Guerra de Restauración dominicana . Durante mucho tiempo, Joaquín asoció la presencia del dominio haitiano con el destino de las personas negras y mestizas , por lo que mantuvo su apoyo hasta mediados de 1843. Cuando Charles Rivière-Herard derrocó al dictador Jean Pierre Boyer , expulsó de la tropa a los hermanos Puello por considerarlos partidarios de Boyer. Este accidente ayudó a Joaquín a inclinarse por el avance de posiciones favorables a la ruptura con Haití, tendencia estimulada por la crisis que sacudía a los círculos dirigentes de ese país. [2]
Tras la caída de Boyer, en marzo de 1843, entre los dominicanos empezó a ganar terreno el criterio de que se habían creado las condiciones para la independencia u otra forma de ruptura con el dominio haitiano. Los conservadores, muchos de los cuales habían colaborado con los haitianos en la administración pública, comenzaron a orientarse hacia la búsqueda de un protectorado de Francia, la potencia que entonces tenía mayores intereses en Haití. En la Asamblea Constituyente de Puerto Príncipe , encabezada por Buenaventura Báez , llegaron a un acuerdo secreto con el cónsul general de Francia, André Nicolás de Levasseur . Según ese acuerdo, el Estado dominicano sería puesto bajo el protectorado de Francia por 10 años prorrogables, cedería a perpetuidad la península de Samaná y colaboraría con la vuelta de Haití al dominio francés. Aunque las negociaciones se llevaron a cabo con discreción, fue evidente para los medios de comunicación urbanos que los conservadores, que desconfiaban de la viabilidad de un orden independiente, depositaban expectativas en la protección de Francia, por lo que comúnmente recibían el rótulo de “afrancesados”. Estos se oponían por todos los medios al objetivo de los trinitarios de establecer un orden autónomo, considerando que era producto de la ingenuidad de jóvenes inexpertos. Con el tiempo, ambas partes llegaron a la conclusión de que era imposible para cualquiera de los dos expulsar a los haitianos por su cuenta, por lo que surgió una corriente de entendimiento entre los triniatrios con los conservadores. [3]
Puello, desilusionado ya con el régimen haitiano, se sumó a las luchas por la independencia al conocer la posición democrática de los trinitarios . Convenientemente, sucedió que Gabino Puello era vecino de Juan Pablo Duarte , quien se escondió en su casa cuando fue objeto de persecución por parte de Hérard. La participación de los Puello en el movimiento se produjo a través de José Diez, tío de Duarte, quien se acercó a Gabino, quien a su vez lo presentó a Joaquín. Estos reclutamientos contribuyeron a que los trinitarios expandieran su influencia sobre porciones de la masa del pueblo en la ciudad capital. A Joaquín se le garantizó que los trinitarios no repetirían el ejemplo dejado por los “colombianos”, como propagaban los funcionarios haitianos. Esto era una alusión al Estado Independiente del Haití Español proclamado por José Núñez de Cáceres el 1 de diciembre de 1821, concebido para ser parte de la Gran Colombia , desacreditado por no haber abolido la esclavitud. [4]
Desde el inicio desde su reclutamiento, Joaquín y sus hermanos se distinguieron como piezas irremplazables. Se puede aseverar que Joaquín fue el responsable de conseguir el compromiso de muchos miembros de los regimientos 31 y 32, integrados por dominicanos oriundos de la ciudad de Santo Domingo, sin los cuales no hubiera sido posible el derrocamiento del dominio haitiano. Dentro de estas actividades conspirativas sobresalió la capacidad mostrada para incorporar a personas de sectores populares que hasta entonces habían estado desconectados de las prédicas de los Triniatrios. Mientras comenzaban a ultimar los preparativos, Puello operaba al lado de Francisco del Rosario Sánchez como especialista militar y encargado de los detalles operativos necesarios para llevar a cabo el golpe de Estado contra el dominio haitiano. En las semanas previas a la proclamación de la independencia se estableció un centro revolucionario dirigido por Sánchez, con la presencia de Puello, Manuel Jiménes , Vicente Celestino Duarte y Matías Ramón Mella . El centro revolucionario de los Trinitarios obtuvo concesiones del abogado conservador Tomás Bobadilla sobre aspectos políticos que consideraban no negociables. Así lo demuestra el Manifiesto del 16 de enero, que reclamaba la instauración de un Estado soberano que no cuestionara las conquistas alcanzadas durante la ocupación haitiana, como la abolición de la esclavitud. Parece que en el transcurso de las negociaciones surgieron diferencias, lo que explica que Vicente Celestino Duarte decidiera no firmar el documento. Pero, fundamentalmente, los trinitarios consideraban que sus posiciones nacionales y liberales eran reconocidas dentro de los parámetros políticos e ideológicos del Estado proyectado. [5]
Fue sobre esa base que Puello, como figura conspicua que representaba a la gente humilde y de color, aceptó la alianza con los conservadores. En los días que precedieron a la proclamación de la República Dominicana, Puello tenía la misión de garantizar la viabilidad práctica del movimiento. Sánchez estaba oculto, por lo que sólo podía trazar directrices que otros debían ejecutar. El único que sobresale con un protagonismo similar al de Puello fue Manuel Jiménes, quien también gozaba de cierta influencia sobre las tropas y sobre personas cuya cooperación resultó fundamental. El activismo de Puello se extendió al resto de su familia, que tenía vínculos personales con Sánchez. En estas tareas sobresalió Gabino, quien recibió la misión de llevar la copia del Manifiesto del 16 de enero a la región sur, a fin de obtener cooperación para que se pudiera apoyar el golpe. Esa zona era de vital importancia, pues el ejército haitiano tendría que entrar en ella en cualquier reacción dirigida a aplastar al naciente Estado dominicano. El principal problema que Gabino Puello debía resolver era neutralizar la influencia de Buenaventura Báez en Azua , la población más importante de la región. Báez trató por todos los medios de impedir que los Trinitarios tuvieran éxito, llegando incluso a denunciar las actividades de Gabino, lo que provocó que fuera perseguido por los haitianos.
Entre los acuerdos finales alcanzados por los conspiradores se decidió que Sánchez presidiría la Junta Central Gubernamental, el gobierno provisional de la proyectada República Dominicana, y quedaría al frente del Departamento de Santo Domingo. En el mismo orden se acordó que Puello sería nombrado jefe de la guarnición de la ciudad, con el grado de coronel, el cargo militar más importante dentro del esquema de organización de la autoridad independiente.
Durante la noche del 27 de febrero de 1844, Puello mostró una firmeza de carácter acorde con la responsabilidad que tenía a su cargo. Desplegó el dispositivo para ocupar los puntos estratégicos de la ciudad, especialmente el puerto y los baluartes de las murallas. Esto garantizaba la comunicación con la margen opuesta del río, crucial para permitir la llegada de refuerzos de Los Llanos y El Seibo , en los que estaban puestas las expectativas para asegurar la capitulación de la reducida guarnición haitiana. Un problema que Puello debía resolver era la resistencia del Batallón Africano, integrado por antiguos esclavos de Monte Grande, dirigido por el comandante Esteban Pou, cuyas tropas temían que el Estado independiente restableciera la esclavitud. Ese batallón impedía el movimiento entre Santo Domingo y el oriente, por lo que Puello ordenó que se informara a Pou de que "si no entra en el momento con su batallón, le haré entrar con dos piezas de artillería". La orden estuvo encabezada por su hermano Eusebio, quien logró que los antiguos esclavos abandonaran su rebelión y se pusieran a las órdenes de la República. Cuando los jefes del batallón, el comandante Pou y el capitán Santiago Basora , hicieron su presentación en la ciudad con muchos de sus hombres, Puello les explicó que la República Dominicana garantizaba su libertad, como prenda de lo cual puso su origen personal. [6]
Durante los primeros meses de vida independiente, la actuación de Puello fue discreta, entendiendo que, como militar, no le correspondía inmiscuirse en los asuntos políticos. Se limitó a reforzar la capacidad defensiva de la ciudad y a tratar de apoyar las actividades del Frente Sur, comandado por Santana. A pesar de esta actitud reservada, fue partidario de los planteamientos democráticos radicales de Juan Pablo Duarte, lo que le granjeó mayor popularidad. Para consolidar las posiciones favorables a la independencia absoluta, Puello seleccionó a sus tropas entre negros y mulatos, quienes no pudieron evitar ver con hostilidad la conducta de los conservadores. La importancia de Puello como figura clave que apoyó las posiciones de Duarte se observa en un manifiesto firmado por miembros de las tropas de la ciudad capital, en el que se solicitaba que Duarte, Sánchez y Mella fueran ascendidos al grado de generales de división, y que a Puello se le confiriera el grado de general de brigada. La Junta Central de Gobierno rechazó la primera solicitud, pero tuvo que aceptar el ascenso de Puello. [7]
A fines de mayo se precipitaron los conflictos entre liberales trinitarios y conservadores franceses, cuando estos últimos intentaron imponer abiertamente el Plan Levasseur, que estipulaba el protectorado francés. Tomás Bobadilla , en su calidad de presidente de la Junta, pronunció un discurso ante las autoridades y personajes prestigiosos de la capital, que pretendía oficializar el concepto proteccionista. Duarte inmediatamente alzó la voz reprochando estas propuestas antipatrióticas, preludio de una cadena de conflictos que culminó el 9 de junio con la deposición de la mayoría conservadora de la Junta debido a un movimiento popular cuyo principal instigador fue Puello. Ese día se reorganizó la Junta Central Gubernamental. Francisco del Rosario Sánchez fue colocado en su presidencia y se incorporaron Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandro Pina , fieles compañeros de Duarte. Este último fue enviado al Cibao, con el fin de obtener apoyo para el nuevo gobierno. Mientras tanto, Pedro Santana, líder de la tropa más numerosa, permanecía en estado de alerta y el país estaba al borde de la guerra civil. En el enfrentamiento con los conservadores, Puello mostró posiciones beligerantes, en defensa de las ideas de Duarte. Se rodeó de una “guardia pretoriana” integrada por miembros del Batallón Africano. El cónsul francés Eustache Juchereau de Saint-Denys lo detestaba, considerando que su intransigencia era el obstáculo básico para la adopción del Plan Levasseur. El cónsul ayudó a difundir la idea de que Puello era un dictador cuyo propósito era eliminar la influencia de los blancos. [8]
La correlación de fuerzas a favor de los trinitarios comenzó a diluirse cuando Santana se negó a entregar el mando al coronel Esteban Roca, designado por la Junta para preparar el terreno a Sánchez, designado jefe del Frente Sur. La confusión cundió en Santo Domingo cuando se supo que Duarte había sido proclamado presidente de la República en Santiago. Había diferencias entre Duarte y Sánchez, pues este último era partidario de llegar a algún tipo de acuerdo con los conservadores. Ahora bien, lo que ponía las cosas en estado crítico era la beligerancia de Santana, proclamado jefe supremo del país el 3 de julio por los oficiales del Frente Sur. Días después, el hatero seibano marchaba hacia San Cristóbal con el propósito de entrar en Santo Domingo en un aparente plan conciliador. Al parecer, Sánchez, pese a su posición moderada, intentó oponerse a la entrada de Santana y a la opinión prevaleciente contra la guerra civil. Pero la habilidad de Santana logró el efecto deseado: al anunciar que no venía con espíritu de guerra, calmó los ánimos de muchos que pensaban en un entendimiento amistoso. Las dos figuras que más incidieron en esta posición fueron Manuel Jiménes, jefe de la provincia de Santo Domingo, y el propio Puello, jefe militar de la ciudad, los dos comandantes militares con los que los trinitarios habían contado desde la revuelta independentista. Particularmente decisivo en el desenlace del conflicto fue el hecho de que Puello, quien ostentaba los hilos del control militar de la ciudad, decidiera no ofrecer resistencia armada a Santana. [9]
No hay testimonio sobre las razones que llevaron a Puello a esta decisión, pero no es seguro asumir que obedeciera a la convicción de que la guerra civil sería fatal y abriría el camino al retorno del dominio haitiano. Es posible que recibiera garantías de que el regreso de los conservadores a la jefatura de la Junta no implicaría el desconocimiento de las normas sociales y políticas favorables a los sectores mayoritarios de color. [9]
El 21 de julio Santana entró en la ciudad al frente de la tropa, bien recibido por Jiménes y Puello. Actuó con cautela, a fin de evitar el derramamiento de sangre, y al día siguiente fue proclamado jefe supremo del país, tras lo cual reorganizó la Junta Central Gubernamental, adjudicándose su presidencia. En la primera reforma de la Junta se nombró a Sánchez como miembro, pero al percatarse Santana de que no habría oposición seria al contragolpe, decidió expulsar a los trinitarios que habían mostrado actitudes beligerantes. [10]
Mientras Sánchez, Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandrino Pina, entre otros, eran encarcelados, Manuel Jiménes y Joaquín Puello eran confirmados en sus cargos. En cuestión de horas debió producirse una separación entre quienes decidieron aceptar la preponderancia de Santana y quienes no estaban dispuestos a plegarse a ella. Santana decidió operar con tacto en tales circunstancias, consciente de que carecía de mucha fuerza y, por tanto, le convenía atraer al mayor número de partidarios. Para él era crucial, para asentar su autoridad, neutralizar al grueso del pueblo que había apoyado las posiciones de Duarte. De esta manera, la detención y posterior deportación de Duarte y sus compañeros más conspicuos tuvo como contrapartida la integración al nuevo gobierno del mayor número posible de ex trinitarios que, como Puello, se habían distinguido por sus posiciones radicales pero decidieron deponerlos en aras de la unidad del país. [11]
El hecho de que Puello le diera la espalda a Duarte y fuera el artífice de la victoria de Santana sin derramamiento de sangre no significa que abandonara la esencia de sus posiciones políticas. Por razones tácticas, el dictador decidió no hacer pública su posición anexionista, y al poco tiempo de asumir la presidencia se supo que el gobierno francés había decidido desvincularse de las maniobras desplegadas por su cónsul en Haití, prefiriendo por el momento no interferir en los asuntos internos de la República Dominicana. En los años siguientes ninguna potencia mostró interés en anexar a la República Dominicana o ponerla bajo su protección. En semejante contexto, no hubo conflicto entre Santana y Puello. Al primero le interesaba mantener al segundo a su servicio como medio de dejar la impresión de que representaba a todos los sectores. A Santana también le convenía mantener a Puello como medio de debilitar a otros conservadores que no aceptaban sus prerrogativas dictatoriales. Santana no había alcanzado la autoridad absoluta, por lo que se vio obligado a maniobrar entre personas y facciones. [11]
Como parte de este esquema, era evidente el enfrentamiento secreto entre Puello, defensor intransigente de la independencia absoluta, y una camarilla de conservadores, encabezada por los principales ministros, algunos de los cuales no ocultaban su fe anexionista. Aunque ya no se discutía explícitamente en ese sentido, para muchos de ellos Puello seguía siendo el representante de los negros. Planteaban una cuestión de “raza” que no existía, pues eran los únicos que propugnaban una política exclusivista, según la cual el dominio debía reservarse a los blancos. [12] Puello cuestionaba esta orientación en materia étnico-social, ratificando con ello la sustancia de las convicciones que lo habían llevado a aceptar la independencia, a solidarizarse con Duarte y, finalmente, a sumarse al régimen de Santana como un mal menor en esas circunstancias. Puello seguía siendo un ídolo entre la gente pobre de color, y para él la independencia absoluta se identificaba con los intereses de ese sector social. Pero no aspiraba a la eliminación de los blancos, sino a garantizar la igualdad de derechos entre todos los dominicanos, sin importar el color de piel, apellido o creencias religiosas, como había afirmado Duarte. [13]
Esta posición era intolerable para los conservadores recalcitrantes, que veían en él a un enemigo peligroso, capaz de desplazarlos del poder, como lo había demostrado el 9 de junio de 1844. Les preocupaba que siguiera manteniendo una fuerte cuota de mando como jefe de la guarnición de la capital y, más tarde, como ministro de Interior y Policía. A esto se sumaba un componente personal: Puello se sentía con autoridad suficiente para desafiar a sus enemigos, mostrando en ocasiones una disposición irascible, producto de su formación militar. Terminó siendo intensamente odiado por algunos de los miembros del gabinete. El conflicto de posiciones se agravó debido a un proyecto de ley para promover la llegada de inmigrantes que aportaran el componente poblacional necesario al desarrollo del país. La necesidad de la inmigración no era discutida por nadie, pues el territorio dominicano estaba prácticamente deshabitado, situación que conspiraba contra la posibilidad de que la nación se labrara los medios para su prosperidad. Adicionalmente, la desproporción demográfica entre Haití y República Dominicana se presentaba como un problema para la perpetuación de la independencia. Se ha estimado que en 1844 la República Dominicana tenía alrededor de 135.000 habitantes, mientras que Haití tenía una población que superaba los 700.000. [13]
Sin embargo, los sectores gobernantes asociaban el objetivo migratorio a un estilo de desarrollo que implicaba la preponderancia de los europeos o descendientes directos, pues los veían como los únicos agentes del progreso. Para que el país se desarrollara, estimaban, era necesario contar con quienes trajeran los hábitos de trabajo y los niveles culturales que habían permitido el avance civilizado de Europa. Aunque rechazaban la política racial de cualquier tipo, muchos liberales aceptaban que los blancos eran los portadores de la idea del progreso, por lo que también consideraban a los europeos como inmigrantes deseables. En los debates que se abrieron con motivo de la enunciación de las políticas migratorias, Puello introdujo una nota discordante. Afirmó que no objetaba la pertinencia de la llegada de extranjeros para que pudieran contribuir al engrandecimiento del país, pero que debían ser de todas las condiciones raciales; de lo contrario, señaló, se estaba sacralizando el privilegio blanco. En consecuencia, para él debía fomentarse el ingreso de negros y mulatos en proporciones iguales, junto con los europeos. Proponía la inmigración desde países cercanos, como Puerto Rico , con una población mayoritariamente negra. [14]
Hasta 1845, Puello no participó en ninguna acción bélica contra los haitianos. Durante lo que los historiadores militares llamaron después la “Primera Campaña”, permaneció al frente de la guarnición de Santo Domingo. Al término de estas batallas, a Santana le bastó con dejar una pequeña tropa cerca de la frontera, al mando del general Antonio Duvergé . [14]
La situación cambió cuando Jean-Louis Pierrot asumió la presidencia de Haití, a principios de 1845, y anunció una disposición agresiva contra la independencia dominicana. Las hostilidades comenzaron hacia fines de marzo con pequeñas incursiones fronterizas, pero en junio comenzaron una sucesión de escaramuzas tras la Batalla del Fuerte Cachimán , cerca de Bánica , (en la actual Elías Piña ) en la que el fuerte había sido arrebatado a los haitianos por Duvergé en diciembre de 1844. [14]
El Gobierno dominicano estimó que la situación se estaba volviendo delicada en la zona fronteriza, donde podía producirse una ofensiva enemiga, y decretó la movilización general. Duvergé tuvo que retirarse a finales de julio, pues se temía que el frente se rompiera y los haitianos avanzaran hasta el pie de la muralla de Santo Domingo. Se decidió enviar refuerzos al Frente Sur, y Puello fue colocado a la vanguardia, muestra de la confianza que Santana tenía en él en el aspecto militar. Se le confió la primera división del Frente Sur, con un nivel de mando similar al de Duvergé. Entre agosto y mediados de septiembre de 1845, las tropas comandadas por Puello y Duvergé realizaron maniobras que les permitieron mantener la iniciativa e impedir que los haitianos cruzaran la línea fronteriza. [15]
El 16 de septiembre, Puello se enteró de que se había producido una concentración de tropas haitianas comandadas por los generales Toussaint, Samedi y Morissette en las orillas del río Matayaya. El general dominicano trató de ganar tiempo para que la división de Duvergé, estacionada en la sabana de Santomé, cerca de San Juan, pudiera reunirse con la suya; pero para detener el avance enemigo, decidió al día siguiente luchar solo. Escogió la sabana de la Estrelleta y dividió las tropas en dos alas, cada una compuesta por seis batallones, comandadas por los coroneles Bernardino Pérez y Valentín Alcántara. En un despacho de ese día, Puello describió lo sucedido: [16]
Al llegar a las alturas de Mata-Yaya, percibimos al enemigo en la margen opuesta del río, y militarmente situado en una cadena de colinas situada en la sabana de la Estrella, sus dos únicas entradas cubiertas con dos piezas de artillería, y una pieza de caballería avanzada, bastante distante de su cantón general. Inmediatamente avistaron la columna a mi mando, tocaron generala y se dispusieron a esperarnos: respondí con nuestra batería y me dispuse a entrar en acción, que era todo mi deseo, esperando sólo que el ala derecha diera la señal convenida. En efecto, un cuarto de hora después de mi llegada se produjo el fuego, a las 8 de la mañana, y la columna a mi mando, volando con la velocidad del rayo, se lanzó contra los enemigos, burlando sus balas y metralla. En un instante se apoderaron de las piezas de artillería y rompieron la división enemiga: misma ejecución en el ala izquierda; y después de dos horas de vivo combate derrotamos a los haitianos, quedando en nuestro poder las dos piezas de artillería, pertrechos, cofres de guerra, algunos fusiles y el campo sembrado de innumerables cadáveres, y otros tantos heridos, no quedando de nuestra parte ninguno, sino tres levemente heridos.
Seguramente Puello faltó a la verdad cuando afirmó que sólo hubo tres heridos, consciente de que Santana, con fines propagandísticos, haría publicar su parte de la batalla en hojas sueltas. Los ejércitos en todas partes tienden a minimizar sus pérdidas y exagerar las del enemigo. Aun así, no hay duda de que la derrota haitiana fue aplastante, lo que significó el fin de la ofensiva en la frontera sur. Poco después, el 27 de octubre, se produjo una victoria doble en la batalla de Beler , en la frontera norte, bajo el liderazgo del general Francisco A. Salcedo. [17]
La Batalla de la Estrelleta fue el acontecimiento bélico más importante ocurrido con Haití hasta ese momento, tanto en el sentido del número de tropas involucradas como en el alcance de la victoria. Este triunfo ha sido considerado como el más virtuoso desde el punto de vista militar, ya que Puello demostró su destreza en la forma de desplegar las columnas y moverlas para frustrar el avance enemigo. Se distinguieron hombres de armas que tomarían parte en sucesivos combates, como José María Cabral y Valentín Alcántara. Pero, sobre todo, la Estrelleta significó la ratificación de la capacidad de los dominicanos, al grado de que no se produjeron nuevas incursiones haitianas hasta 1849. La importancia de la victoria fue reconocida por Santana, quien poco después decidió nombrar a Puello ministro de Gobernación y Policía, en sustitución de Tomás Bobadilla , con quien había tenido serios desacuerdos. Según Víctor Garrido, mientras Santana privilegiaba las relaciones con Francia, Bobadilla se oponía al pago de la cuota de la deuda contraída por Haití en 1825. Esta maniobra confirma cómo Santana utilizó el ascenso de Puello, entonces en su apogeo por el triunfo de la Estrelleta, para dirimir disputas con otros hombres prominentes del lado conservador. [17]
Según el historiador José Gabriel García , esta designación agudizó la animadversión de los conservadores hacia Puello, porque lo veían mejor posicionado para oponerse a los proyectos anexionistas. Garrido añade que el conflicto se hizo evidente durante la visita del coronel español Pablo Llenas, a principios de 1846, cuando se le puso en alerta para impedir cualquier intento de alterar el equilibrio político existente. Pero Puello siguió siendo una pieza clave en el entramado de poder de Santana, como se verificó en ocasiones delicadas. Una de ellas fue la negativa de los reclutas de la zona de San Cristóbal a marchar hacia el frente, a principios de 1845, con motivo de la ofensiva anunciada por Pierrot. En esa ocasión se consideró que había una motivación racial, pues los conspiradores objetaban el dominio de los blancos, por lo que no deseaban oponerse a Haití. A pesar de sus posiciones favorables hacia la población de origen africano, ante un atentado contra la seguridad del Estado, Puello decidió actuar con una dureza que formaba parte de su personalidad. Se trasladó al lugar de los hechos y ordenó castigos contra los disidentes, que incluyeron el encarcelamiento del general Manuel Mora, hasta entonces partidario de Santana. La segunda vez que mostró esa energía militar fue durante la reducción de un intento de motín de tropas en la frontera, en protesta por las difíciles condiciones de vida por las que atravesaban, y asumió la responsabilidad de disponer la ejecución de dos oficiales considerados generadores del malestar. [18]
Desde mediados de 1847, la posición de Santana comenzó a debilitarse. Es posible que la causa inicial de tal viraje residiera en la desfavorable situación económica, producto de la crisis que empezaba a manifestarse en las economías de Europa. Proliferaron los desacuerdos en los círculos gobernantes y se pensó en la destitución de Santana, a quien se le achacaba la preponderancia de la camarilla de funcionarios corruptos a los que no les importaban los problemas del país. Se abrió un debate en el seno del gabinete y se vio a Puello como candidato presidencial, cuyo propósito sería favorecer a la gente de color. [19]
Como parte de este estado de descomposición, se desarrolló una conspiración encabezada por el Ministro de Guerra y Marina, General Manuel Jiménes, quien, quizá por su origen común entre los trinitarios, propuso a Puello ser parte del plan, lo que éste rechazó. La negativa dio origen a cierta hostilidad por parte de Jiménes contra Puello, lo que ha sido malinterpretado por algunos historiadores que han llegado a la conclusión de que la desgracia de Puello fue causada por las maniobras de Jiménes. [20]
En realidad, fueron los conservadores acérrimos, como José María Caminero , quienes prepararon un expediente para arruinar la influencia del ministro de Interior y Policía. La hostilidad dio sus frutos. A partir de cierto momento, Santana mostró su desagrado contra Puello, sospechando que albergaba la intención de convertirse en presidente y decidió esperar la oportunidad para destituirlo. Lo ocurrido a fines de 1847 en las esferas del poder ha permanecido bastante oscuro en sus detalles, porque se han emitido explicaciones infundadas. A pesar de esta falta de claridad sobre algunos aspectos, no hay duda, como destaca Víctor Garrido, de que Puello fue víctima de una intriga de vastas proporciones. El primer indicador fue la destitución de su cargo en Interior y Policía y su nombramiento como jefe del Ministerio de Hacienda, cargo que no correspondía a su condición militar. [21]
De todas formas, Santana lo mantuvo como jefe interino del Ministerio del Interior y Policía, aunque ya era objeto de sospechas. Hay indicios de que Jiménes, consciente de lo que le esperaba a su colega de gabinete, intentó protegerlo, pero tuvo que hacerlo con cautela, decidido ya a buscar los medios para forzar la renuncia de Santana. En ese contexto, se anunció una conspiración cuyo supuesto propósito era instaurar una dictadura negra. Puede afirmarse que tal complot nunca existió, pero Santana aprovechó la denuncia para destituir a su ministro. Por su cargo, le correspondió a Puello investigar la supuesta trama, pero fue detenido por orden del presidente, quien se apoyó en el artículo 210 de la Constitución, que le otorgaba poderes dictatoriales, para formar una comisión encargada de juzgar el caso. [21]
En ese momento quedó claro que Santana buscaba la ejecución de Puello, pero decidió, como en otras ocasiones, darle legalidad judicial. Llegó al extremo de imponer su criterio de que se aplicara la pena de muerte, interpretando que 11 votos a favor constituían la mayoría, pese a que había 13 votos divididos entre libertad, prisión y exilio. Pocas veces en la historia del país se había fabricado un expediente tan burdo para justificar una ejecución decidida previamente. [22]
Santana, obstinado en su propósito de deshacerse del ex ministro, obtuvo la pena de muerte el 22 de diciembre de 1847. Lo hizo fusilar al día siguiente, para no dar tiempo a que se manifestara el clamor de la sociedad, pues casi todos estaban convencidos de que la conspiración “negrófila” era inexistente. Como en otras ocasiones, Santana decidió castigar con la pena de muerte a familiares cercanos del afectado. En el fantasmal intento estuvieron involucrados el general Gabino Puello, que ni siquiera vivía en la ciudad, y el tío de los hermanos Puello, Pedro de Castro, ambos fusilados junto con Joaquín Puello el 23 de diciembre de 1847. [23]
{{cite book}}
: Mantenimiento de CS1: falta la ubicación del editor ( enlace ){{cite book}}
: Mantenimiento de CS1: falta la ubicación del editor ( enlace ){{cite book}}
: Mantenimiento de CS1: falta la ubicación del editor ( enlace ){{cite book}}
: Mantenimiento de CS1: falta la ubicación del editor ( enlace ){{cite book}}
: Mantenimiento de CS1: falta la ubicación del editor ( enlace ){{cite book}}
: Mantenimiento de CS1: falta la ubicación del editor ( enlace ){{cite book}}
: Mantenimiento de CS1: falta la ubicación del editor ( enlace )