[3] Sirani se inició en la pintura hacia 1650, con el apoyo de su futuro biógrafo, el conde Carlo Cesare Malvasia, influyente crítico.
Su especialidad fueron las pinturas religiosas, de la Virgen con el Niño y la Sagrada Familia, que producía velozmente pero con un buen acabado.
[4] Su funeral, que incluyó música e intervenciones poéticas, lo presidió su efigie esculpida a tamaño natural, dispuesta sobre un gran catafalco.
[5][6] Aunque su prematura muerte, en agosto de 1665, limitó su carrera a apenas una década, Sirani dejó una producción sorprendentemente amplia: 200 pinturas, así como dibujos y diversos grabados.
En sus pinturas, sin embargo, Sirani fue menos personal y suavizó el claroscuro con sombras tostadas, más en consonancia con la escuela boloñesa.