En 1813 se nombró un Vicecanciller que debía ocuparse del trabajo pendiente de la Cancillería, designándose otros dos más en 1841.Posteriormente, la potestad de nombrar oficiales se transmitió del Canciller a la Corona.El origen del Tribunal de la Cancillería se remonta, como los demás Altos Tribunales ingleses anteriores a 1875, a la curia regis normanda, esto es, el Consejo Real que encarnaba la autoridad del rey frente a los señores feudales, y que la mayoría de los monarcas conservaron tras la conquista normanda de Inglaterra en el año 1066.La Ciudad de Westminster había sido la sede del Gobierno y la administración desde el siglo XII.A partir de 1430, aproximadamente, el uso del inglés en documentos administrativos sustituyó al francés, que había sido utilizado desde la conquista normanda.También en aquellos años, los jueces del derecho común dejaron sentado que la Cancillería no tenía competencia en materia de pleno dominio.[27] El Lord Canciller de la época, Lord Ellesmere, no se arredró, y mantuvo que tenía competencia para revisar resoluciones de los tribunales del derecho común, así como en cuestiones relativas al pleno dominio.Ellesmere apeló ante el monarca, Jacobo I de Inglaterra, quien remitió la cuestión al procurador general para el Príncipe de Gales y a Francis Bacon, procurador general para Inglaterra y Gales.[32] Según Horwitz, no fue sólo Bacon quien optó por la cautela, porque "tras los vehementes enfrentamientos entre el Lord Chief Justice Coke y Lord Canciller Ellesmere, los Cancilleres se ocuparon de circunscribir la capacidad correctiva del Tribunal y de concentrarse en ámbitos que señalaron singularmente como propios".A ello había que añadir oficiales inoperantes que cobraban altos salarios, nombrados por el Lord Canciller y el Master of the Rolls, con quienes a menudo mantenían relaciones de amistad.El Canciller y el Master of the Rolls vendían públicamente estos cargos, cuyos emolumentos son tanto más sorprendentes, no sólo porque sus funciones podían ser realizadas con facilidad por pasantes de abogados, sino porque en la mayoría de los casos eran simples administrativos los que acababan haciéndolas.La mayoría se derivaba de la jurisprudencia que Francis Bacon había sentado como Lord Canciller, pero hubo otras reformas más modernas: los abogados de la parte pasiva podían presentar alegaciones, dispensando que fueran los propios demandados quienes las presentaran, y con el ahorro del coste de un notario (Commissioner of Oaths); además, los asuntos pasaron a enjuiciarse en el orden en que eran admitidos a trámite por el Tribunal.En agosto de 1653, en otro debate del Parlamento que duró dos días, se distribuyó un documento titulado "Observaciones relativas al Tribunal de la Cancillería", relativo a los costes, cometidos y oficiales del Tribunal.[39] Los jueces serían seis Maestros (Masters), que se reunirían en grupos de tres, nombrados por el Parlamento y asistidos por un Secretario Principal.[40] La parte que perdiera el pleito debía pagar todas las costas a la otra, si bien su importe sería ridículamente bajo.[41] Tras la Restauración Inglesa, los jueces y oficiales cesados bajo el gobierno de Cromwell se reincorporaron, con escasos cambios; como señala Kerly, "jueces injustos volvieron a enjuiciar los asuntos, y una administración desastrosa invadió las oficinas".[51] Al mismo tiempo, una comisión Parlamentaria emprendió una revisión de los aranceles y tasas del Tribunal.Señalaba, asimismo, los expedientes habían crecido hasta alcanzar miles de páginas, lo que provocaba todavía más gastos.[52] Todas estas pequeñas reformas no impidieron que a finales de siglo XVIII el Tribunal recibiese continuos y despiadados ataques.[57] Lobban describe estas iniciativas como «reacciones apuradas para atrasos acumulados» y no una respuesta meditada a largo plazo.[59] En la década de 1830 se redujo la "vieja corrupción" que durante tanto tiempo había lastrado el Tribunal.[76] La utilización de los trusts fue habitual durante el siglo XVI, aunque el Statute of Uses “fue un severo golpe contra estas formas de transmisión” que provocó que la justicia en este campo fuera más compleja.La jurisdicción exclusiva del Tribunal de la Cancillería sobre los trusts estuvo vigente hasta su disolución.Con anterioridad al Statute of Wills, los propietarios recurrían con frecuencia a fiduciarios (feoffees) para enajenar sus tierras, operaciones que en cualquier caso recaían bajo la competencia del Lord Canciller.[97] La indemnización por daños y perjuicios consiste en una suma de dinero reclamada como compensación por las infracciones cometidas por la otra parte.[101] Esta corriente jurisprudencial (conforme a la cual los daños y perjuicios sólo se podían reconocer como solución secundaria, o cuando no hubiera otra posible) fue la tónica hasta el siglo XVIII y principios del XIX, cuando la postura del Tribunal acerca de la concesión de daños y perjuicios adquirió un cariz más laxo; en el proceso de Lannoy contra Werry, por ejemplo, se declaró que, existiendo pruebas suficientes de la existencia de daños, el tribunal podía reconocer la indemnización por daños y perjuicios, conjuntamente con el cumplimiento del contrato en sus estrictos términos y otras soluciones jurídicas.Desde la primera época, doce clérigos, conocidos como Masters in Chancery, asistían al Lord Canciller en el Tribunal.Se decía de ellos que habían existido desde tiempos anteriores a la conquista normanda, cuando formaban parte del Witenagemot; tras la conquista, su autoridad declinó hasta convertirse en consejeros y ayudantes del Lord Canciller, ocupándose incoar los procesos judiciales y expedir los emplazamientos necesarios para que las partes pudieran iniciar los procesos en los tribunales de derecho común.Además, tomaban declaraciones, actuaban como secretarios del Lord Canciller, y mantenían los registros al día.Igualmente, dos Examinadores asistían al Master of the Rolls en el interrogatorio a los testigos.
Eduardo I de Inglaterra, bajo cuyo reinado se estableció la jurisdicción de la Cancillería
El Salón de Westminster, sede del Tribunal casi ininterrumpidamente desde el Reino de Eduardo III hasta su disolución en 1875
Lord Ellesmere, quien como Lord Canciller trabajó para mantener la potestad de la Cancillería para revocar las decisiones los tribunales de derecho común
El Tribunal de la Cancillería, a principios del siglo
XIX
, en su sede de Lincoln's Inn Old Hall
John Romilly, el último Master of the Rolls que formó parte del Tribunal de la Cancillería