Daubentonia madagascariensis

El color del pelaje es totalmente negro salvo en la cara, donde se aclara hasta ser blanquecino.Además de sus amplias orejas, en su cabeza destacan también sus ojos, grandes y amarillos, típicos del animal nocturno que es.Para conseguirlo, usa su largo y huesudo tercer dedo, y distingue cualquier pequeña perturbación en el ruido que produce el golpeteo (indicio de una galería de madera carcomida bajo la corteza) gracias a sus grandes y bien desarrollados oídos (su sentido principal), semejantes a los de un murciélago.Estos últimos los come de forma ritualizada y característica, primero royendo su cáscara (tiene unos dientes similares a los de una rata) y luego introduciendo en su interior el largo tercer dedo, con el que recoge la pulpa carnosa y se la mete en la boca como si estuviese usando una cuchara.Los aye-ayes hembras paren una sola cría, algo habitual en los lémures, y la llevan sobre su espalda durante los primeros meses de vida.Esto se debe a la pérdida de hábitat por deforestación y a la caza furtiva, ya que los malgaches creen que estos animales presagian desgracias y los matan.Se dice que si apunta a una persona con él, ésta muere poco después de una forma repentina y horrible.
Dos aye-ayes sobre las ramas de un árbol, dibujo de 1887.