Country house es una tipología de palacio británico, la correspondiente a la aristocracia en un entorno rural.
Por lo común, estos terratenientes contaban con títulos de la nobleza y eran próximos a la monarquía.
En el antiguo régimen las familias de la nobleza británica dedicaban no poco de su tiempo a la vida social, la cual requería cultivar una imagen pública y relaciones de alto nivel mediante lujosas fiestas, cacerías y demás diversiones para las cuales las mansiones debían contar con numerosos empleados e infraestructura apropiada: múltiples salones, jardines, caballerizas...
Al tratarse de un período largo comprendido entre los siglos V y XV, estas casas fueron variando en cuanto a su disposición del espacio.
En un principio estaban caracterizadas por tener grandes salas principales dedicadas a la vida doméstica (como comer, brindar fiestas o reuniones) y espacios de almacenamiento o bodegas para, sobre todas las cosas, armas y alimentos para que perduraran durante el invierno.
En el siglo XVII, las country houses aumentaron en cuanto a ostentación y tamaño.
Las habitaciones de este tipo implicaban que solo ciertos individuos tendrían acceso a ellas.
La privacidad desempeñaba un papel particular en la época, sobre todo a nivel religioso y espiritual.
La lectura era otra actividad privada y en estos años comenzó a surgir una sala para ello: la biblioteca.
En planta, solían tener un diseño en forma de "H" o "E", con alas laterales y una gran sala central.
En 1642, Carlos I levantó su estandarte en Nottingham y se desató la guerra civil inglesa.
Anteriormente, las casas de campo tenían ventanas abatibles que se abrían hacia afuera.
Las primeras casas georgianas solían estar inspiradas en este estilo Palladiano, que enfatizaba la simetría y la proporción clásica, con influencias del Renacimiento italiano.
Raramente un monarca ha dado un ejemplo tan fuerte, aunque financieramente ruinoso, en cuestiones de gusto arquitectónico como lo hizo Jorge III.
Durante la época victoriana, las casas de campo incorporaron tecnologías modernas como el gas para iluminación y, más tarde, la electricidad.