Ermanno Wolf-Ferrari

Aunque estudió piano desde muy niño, la música no fue la principal pasión de su juventud, sino la pintura, ya que deseaba ser como su padre.

Estas clases de música, inicialmente ocasionales, eclipsaron totalmente sus estudios del arte, y finalmente los abandonó.

Por esa época pudo conocer personalmente a Arrigo Boito y al gran Giuseppe Verdi.

Fue un fracaso y la humillación le hizo volver a Múnich, donde reelaboró la obra para ser programada al año siguiente, 1902, en Bremen, con el título de Aschenbrödel, con mejor éxito.

Esta sería la tónica de muchas de sus obras, mucho mejor acogidas en Alemania que en su Italia natal: así ocurrió con Le donne curiose (1903), I quattro rusteghi (1906) e Il segreto di Susanna (1909), todas ellas comedias muy bien acogidas en sus estrenos en Alemania.

Ese mismo año fue nombrado, a los 27 años, director del Liceo «Benedetto Marcello» en Venecia.

Su vida, a caballo entre dos países en guerra, y su doble ascendencia italo-alemana le trajo muchos problemas.

El resto fueron óperas cómicas, siendo las más conocidas Le Donne Curiose, I Quattro Rusteghi e Il segreto di Susanna (1909) — obra en la que una joven esposa, pretendiendo ocultar el inocente vicio de fumar cigarrillos, da lugar a que su marido sospeche la existencia de un amante.

Sus verdaderos modelos fueron Mozart y Rossini, por su levedad, aunque también la tardía experiencia verdiana, en especial la del Falstaff.

La actividad operística le ocupó durante casi treinta años: particularmente afortunado fue el encuentro con el teatro de Carlo Goldoni, de quien adaptó musicalmente Le donne curiose (1903), I Quatro Rusteghi (1906), La vedova scaltra (1931) e Il campiello (1936).

Ermanno Wolf-Ferrari (Bust in the Wolf-Ferrari-Haus, Ottobrunn )
Portada de la ópera Sly (1928)
Tumba de Wolf-Ferrari, en San Michel, Venecia.