Su tercer flanco se protegió artificialmente mediante la construcción de una potente muralla, quizás precedida por sendos antemurales.
Así la ciudad vaccea que se localizó en Las Quintanas se emplaza en una amplia superficie con una topografía eminentemente llana, apareciendo su perímetro delimitado de manera natural por varios cursos fluviales que ofrecerían una relativa protección y proporcionarían un fácil abastecimiento de agua.
Al norte está delimitado por el río Pisuerga, cuya acción erosiva ha originado un importante escarpe, por el NE discurre el arroyo de los Madrazos, mientras que por el O, fluía otro curso de agua que en la actualidad está seco.
Al exterior del área amurallada, se localizarían zonas de vertedero urbano y posiblemente su cementerio.
El oppidum vacceo de Las Quintanas fue abandonado, no volviendo a ocuparse la zona próxima hasta la Edad Media.