Zemita
La Hacienda Zemita conserva un alto valor patrimonial, ya que es considerada el epicentro y el ejemplo más representativo de la vida rural del siglo XVI en adelante.[4] Rivas –según relata el historiador Marcial Pedrero- marcaba con su actitud progresista un precedente y un liderazgo para el resto de los propietarios conservadores que mantenían técnicas tradicionales, incorporando a sus propiedades técnicas e inventos que estaban en boga en los países industrializados de la época.A los inquilinos y peones se les pagaba un sueldo cada tres meses, con el cual compraban sus provisiones en una pulpería.La jornada laboral era de 10 horas y si algún trabajador era sorprendido cometiendo alguna falta, era castigado con azotes o sumergido en un pozo.Tras el fallecimiento del hacendado Rivas, se produjo la gran repartición de sus propiedades entre sus deudos: sus tres hijas y sus nietos.En 1972, por orden gubernamental, el terreno considerado expropiado fue transferido a la Corporación de la Reforma Agraria, CORA, en cuya administración Zemita permaneció descuidada y maltratado todo el equipamiento.