Está documentada su participación entre 1225 y 1231 en una traducción al latín realizada junto con Guillelmus Anglicus del Libro de la azafea del astrónomo toledano Azarquiel, un tratado que versa sobre un instrumento astronómico de precisión similar al astrolabio, pero que permitía ser utilizado en cualquier latitud terrestre.
El año de 1243 comienza su relación con el futuro Alfonso X el Sabio, entrando al servicio del infante castellano.
El único manuscrito en que se ha transmitido esta obra es el Ms.
También destacó en la composición y traducción al castellano de tratados acerca de la medición del tiempo o relojes, en los que trabajó en conjunción con Isaac ben Sid.
En ellos describe algunos cronómetros sorprendentes, como el Libro del reloj del palacio de las horas, en el que imaginan un palacio maravilloso cuyas ventanas dejan pasar la luz a un patio central en donde se marcan las horas.