El mito narra cómo Wu Tao-tzu pintó un mural llamado "La Creación", encargado por el emperador Xuanzong.
El mural se expone en una pared del palacio y muestra una escena de un valle rodeado de plantas y animales.
Contenía además, según la leyenda, una montaña en la que había pintada una cueva.
Luego de dar el pintor una palmada, entró por la cueva y cuando esta se cerró, por lo que se perdió para siempre ante los ojos antónitos del emperador.
[1] (Este cuento inspiró un de las Nouvelles orientales de Marguerite Yourcenar, Comment Wang-Fô fut sauvé.)