Estas sanciones incluían una reducción de los contactos diplomáticos con Austria al mínimo.
[5] Las sanciones, si bien no provocaron daños materiales o económicos, redujeron el entusiasmo inicial de los austriacos tras su adhesión a la Unión Europea.
[6] Pese a la situación Schüssel buscó demostrar que su europeísmo no se había resquebrajado.
Ambas formaciones renovaron su compromiso de gobierno, pero en esta ocasión el poder del FPÖ era mucho menor.
[12] La propuesta fue aprobada y la presidencia alemana abrió el camino a la entrada en vigor del Tratado de Lisboa en 2009.