En 1926 emigró clandestinamente a los Estados Unidos, en el barco británico SS Shelly, hasta Newport, Virginia.
En 1946, demasiado pobre para comprar pigmentos de artista, se volvió al blanco y negro en mezclas caseras para pintar una serie de grandes abstracciones; de estas obras, Light in August (c. 1946) y Black Friday (1948) son esencialmente negras con elementos blancos, mientras que Zurich (1947) y Mailbox (1947/48) son blancas con negro.
Realizó su primera exposición individual, que consistía en composiciones en blanco y negro, en la Charles Egan Gallery de Nueva York en 1948.
Su trabajo se orienta hacia las abstracciones complejas, agitadas, tales como Asheville (1948/49), Attic (1949), y Excavation (1950; Art Institute, Chicago), que reintrodujeron el color y parecían resumir con firme decisión los problemas de composición por libre asociación con la que había luchado durante años.
En verano de ese año comienza la que sería su serie más célebre, cuyo tema eran las mujeres.
Concebía el arte como "acción unida a la energía y al movimiento corporal" (Christa von Lengerke), como algo en lo que se trabaja con una intensa concentración dirigida exclusivamente al acto creativo sin predeterminarse su resultado.
Kooning empleaba pinceladas mordaces y violentas, con espesas capas de óleo.
El pigmento, aplicado salvajemente, y el uso de colores que parecían vomitados sobre el cuadro se combinaban para revelar una mujer que reflejaba demasiado bien algunos de los más extendidos miedos sexuales del hombre moderno.
Amplias sonrisas, dientes brillantes, pechos desmesurados más grandes que las cabezas, y bamboleantes, grandes ojos vacíos, muslos opulentos, parecen representar las más oscuras percepciones freudianas.
Siguieron luego una serie de paisajes tales como Police Gazette, Gotham News, Backyard on Tenth Street, Parc Rosenberg, Suburb in Havana, Door to the River, y Rosy-Fingered Dawn at Louse Point, que muestra una evolución desde la complejidad colorista a una simplicitad pictórica.
Reexploró el tema a mediados de los años sesenta en pinturas que fueron controvertidas como sus tempranas mujeres.
En estas obras, que se han interpretado como ataques satíricos a la anatomía femenina, de Kooning pintó con extravagante lubricidad.
Se ha debatido mucho sobre la relevancia y significado de sus últimas pinturas, que se hicieron claras, casi gráficas, aunque seguían aludiendo a las líneas biomorfas de sus primeras obras.
El magnate ha cedido al Instituto de Arte de Chicago para ser expuesto tanto este cuadro como Number 17A del también expresionista abstracto Jackson Pollock, adquirido en la misma ocasión en unos 200 millones.