Wilhelm Meyer-Lübke

Introdujo un gran escepticismo sobre las explicaciones de los cambios fonéticos por medio del sustrato.

Aún admitiendo la identidad de la isoglosa moderna con el área antiguamente ocupada por los celtas, queda por demostrar que la isoglosa sea de origen antiguo y que la coincidencia se remonte efectivamente al tiempo en que los celtas aprendían latín.

En conclusión Meyer-Lübke piensa que antes de avanzar la hipótesis de influjos del sustrato se deben cumplir tres operaciones preliminares: Adoptó una posición polémica en cuanto a la lengua catalana.

Siguiendo a su maestro Diez, en 1890 asignó a la lengua catalana el status de dialecto del provenzal en su Gramática de las Lenguas Románicas, donde dice: "En el Este la transición se opera poco a poco con el catalán en el Rosellón: Esta última habla (parlen), que no es más que un dialecto provenzal...." (p. 14).

Sin embargo, cambió este juicio en 1925, en que utiliza generalizadamente el nombre de "lengua catalana", pero con la afirmación de sus concordancias con el provenzal para todo el conjunto idiomático catalá-valenciá-balear.