Allí sus bocetos encantaron a su profesor, el conocido Alexandre Cabanel, y Bukovac se convirtió en alumno de la prestigiosa École des Beaux-Arts.
Entre 1893 y 1897, Bukovac se convirtió en un representante de las Bellas Artes en Zagreb llevando a la ciudad el espíritu del arte francés.
Aunque aún se mantenía en desarrollo, su técnica evidenciaba ya el paso a una paleta de colores vivos y luminosos, utilizando ligeros trazos e introduciendo la luz en sus telas.
Debido al conflicto con Isidor Kršnjavi, se retiró voluntariamente a su nativa Cavtat, donde permaneció entre 1898 y 1902.
Praga logró un completo cambio en la personalidad de Bukovac: sintió la satisfacción y el entusiasmo que no había sentido desde su paso por Zagreb y comenzó a dedicar toda su energía a sus nuevos alumnos, uno de los cuales era el pintor croata Mirko Rački.