Está datada hacia 1493 y se conserva en la Pinacoteca Ambrosiana de Milán (Italia).
María está representada como una Virgen de la leche, ofreciendo su pecho al Niño Jesús, sujetado por un ángel.
El nombre deriva del rico baldaquino que abren los ángeles y que domina con su intenso color rojo la parte superior de la escena, pues esta transcurre en una especie de balcón, al aire libre.
En esta Madona, como en las demás de la larga serie que pintó Botticelli, puede verse un modelo de Virgen seria, meditabunda, abstraída en su propia belleza y actuando siempre con gran seriedad.
Las Madonas de Botticelli reflejan una relación más intelectual que afectuosa entre Madre e Hijo, a diferencia de lo que ocurre con las Vírgenes pintadas por Rafael Sanzio, que suelen mirar a su hijo y colaborar en sus juegos con una cierta sonrisa.