Su veneración comienza en el valle de Ujarrás a mediados del siglo XVI.
En 1666 acontece la invasión de los piratas ingleses Eduard Mansfield y Henry Morgan a suelo costarricense por el puerto Caribe.
Mientras esto sucedió en Cartago estaban implorando a Nuestra Señora de Ujarrás por la situación.
Al llegar se celebra la santa misa presidida por el obispo y concelebrada por varios sacerdotes.
Al tratarse una imagen que tiene una historia íntimamente unida con el origen de Costa Rica.
Y sin duda sabiendo motivar la petición, este templo parroquial puede gozar a perpetuidad el título de Basílica Menor.