Para hablar de la Virgen de Valme debemos remontarnos, según una antigua tradición, al año 1248, fecha en la que el rey Fernando III conquista Sevilla.
La leyenda añade que, entonces, ordenó al maestre Pelay Pérez Correa que clavara su espada en el suelo, brotando al momento un manantial - la "Fuente del Rey" - que sirvió para calmar la sed de los soldados.
Una vez conquistada Sevilla, el monarca cumplió su promesa y construyó una Ermita en el lugar mencionado; en esta colocó la Imagen a la que invocó -sedente y que representa a Santa María con su Hijo sentado en el lado izquierdo, que bendice con la mano derecha y porta un pajarillo en la izquierda respondiendo al modelo de Virgen en Majestad o Trono de Dios- y la llamó Valme en recuerdo de su súplica.
Así, la Imagen se llevaba en procesión de rogativas hasta la Iglesia del pueblo para implorar auxilio divino si ocurría alguna catástrofe.
Este hecho provocó el abandono de la antigua ermita.