Por el camino influyeron marcadamente en las antiguas culturas vinícolas europeas de los celtas, etruscos, escitas y finalmente los romanos.
Una de las primeras prensas de vino conocidas fue descubierta en el Palekastro, en Creta, y es esta isla desde donde se cree que los micénicos extendieron la viticultura a otras lugares del mar Egeo y bastante probablemente al continente griego.
[6] Los griegos antiguos llamaban a la vid cultivada hemeris, ‘domada’, pues sabría que podía crecer por sí sola.
Los griegos también practicaron el emparrado, con vides en estacas para facilitar su cultivo y vendimia, en lugar de dejarlas crecer como arbustos o sobre árboles.
Los trabajadores del viñedo se sujetaban de la cuerda para mantener el equilibrio y aplastaban las uvas con sus pies.
Otras innovaciones griegas incluyen la cosecha deliberada de uvas sin madurar para obtener un vino más ácido para mezclar.
Los griegos creían que el vino también podía mejorarse añadiendo aditivos como resina, hierbas, especias, agua marina, salmuera, aceite y perfume.
El vino pramno se encontraba en varias regiones, especialmente en Lesbos pero también en Icaria y Esmirna.
Ateneo sugirió que pramno era un nombre genérico alusivo al vino oscuro de buena calidad y potencial envejecimiento.
[2] La primera referencia a un vino con nombre se debe al poeta lírico Alcmán (siglo VII a. C.), que elogió el Dénthis, un vino de las faldas occidentales del monte Taigeto en Mesenia, como anthosmias (‘que huele a flores’).
Homero también hizo frecuentes alusiones al ‘mar de color vino oscuro’ (οἶνωψ πόντος, oīnōps póntos).
La oxidación era un defecto frecuente y muchos vinos no duraban más allá de la siguiente cosecha.
Los poetas cómicos señalaban que a las mujeres griega les gustaba «el vino viejo pero los hombres jóvenes».
Hipócrates realizó una investigación exhaustiva al respecto, usando vino como cura para las fiebres, la convalecencia y como antiséptico.
[1] Los médicos griegos prescribían varios tipo de vino para usarlos como analgésicos, diuréticos, tónicos y digestivos.
Ateneo hizo frecuentes menciones a la resaca provocada por el vino y diversos remedios para la misma.
[2] El poeta Eubulo advirtió que tres cuencos (kílix) eran la cantidad idónea de vino a consumir.