Con 17 años debuta en la primera división belga y un año después la Selección de Bélgica contó con él para los campeonatos europeos.
Fue uno de los jóvenes futbolistas que más prometía, gracias a su habilidad innata y su técnica para pegarle al balón, por ello grandes clubes europeos luchaban por conseguir sus servicios.
Permaneció en el Anderlecht cuatro temporadas, marcadas por los éxitos: tres ligas, dos copas y dos supercopas.
Tras colgar las botas, siguió vinculado al club, asumiendo el cargo de entrenador para la siguiente temporada.
UU. '94 y Francia '98 siguió siendo el creativo del equipo con más experiencia, pero con menos chispa.