Terminaron, de esta forma, por asentarse en una de las zonas más convulsas y peligrosas del entorno que por aquel entonces se hallaba inmersa en pleno avance territorial por estas tierras cercanas y ribereñas del gran río fronterizo mesetario.
En el siglo XVIII perteneció al partido judicial y la provincia de Toro.
Producciones: cereales, legumbres, uva, zumaque y buenos pastos con los que se mantienen las yuntas necesarias para la agricultura, única industria de los habitantes.
Sin embargo, la población logra salvarse y no sufre ningún daño, gracias a que se refugian en el sitio más elevado de la población, en lo que el pasado fue una torre de vigía medieval.
Tras este hecho sin precedentes, los habitantes de la localidad entendieron que tal suerte no fue una coincidencia y decidieron construir, contigua a la torre, una iglesia y consagrar su «suerte» a la fe que profesan, la católica.