Esto hizo que, durante muchos años, La Villa del Rosario dependiera políticamente de Machiques.
Pero el vertiginoso crecimiento de La Villa y sus pueblos aledaños fue la gran bandera mostrada por los villarosarenses ante el Poder Legislativo local, institución ante la cual solicitaron autonomía.
No obstante, para conocer mejor esta localidad, es necesario remontarse al siglo XVIII, porque realmente es partir de esa fecha cuando comienza a acunarse su gran historia.
Además, La Villa no habría sido constituida en el sitio donde está asentada, sino en un sector conocido como El Arroyo, ubicado a siete kilómetros (legua y media) del río Apón, a uno o dos kilómetros al oeste del poblado Villa Vieja.
Ese lugar donde se hallaron puertas, horcones y hasta una campana, era llamado por los perijaneros “Monte de Casas”.
Los lugareños se defendieron y, utilizando sus armas, lograron vencerlo en el sitio denominado “Cerro La Carreta”.
Nueve años más tarde, Venancio Pulgar fue designado Presidente del Zulia y, una vez en el cargo, calmaría su sed de venganza mandando a sus tropas a incendiar La Villa del Rosario, durante los primeros días de junio de 1872, lo que se convirtió en el ultraje más doloroso que registra la historia de Venezuela, según Manuel Matos Romero, en su obra “Perijá, Fundación e Historia”.
Sacrificaron los ganados, las matronas del pueblo fueron despojadas de sus prendas y, como si eso fuera poco, incendiaron la Villa del Rosario, lo que originó que muchos pobladores de la zona huyeran hacia Machiques, Maracaibo, La Cañada y los más pudientes a Caracas.
Dos años más tarde, en 1874, Venancio Pulgar sería derrotado por tropas bajo el mando del General José Desiderio Trías, con la colaboración de 300 perijaneros comandados por Esteban Nuñez que dieron su esfuerzo para cumplir con esa causa.
Inmediatamente, en La Villa comenzaron a circular las morocotas (4), con las cuales pagaba esa compañía petrolera que poco tiempo después se marcharía de la zona, debido a que el petróleo extraído era de muy alta densidad.
En 1929 ocurrió otro importante suceso: la llegada al poblado de la energía eléctrica.
Entonces el pueblo perijanero comenzó a encender las primeras bombillas, que poco después fueron seguidas del sonar de los motores de las pequeñas empresas que comenzaban a florecer en la zona.
Se construyeron nuevas viviendas, mientras que las tiendas comerciales comenzaron a abarrotar su centro y alrededores.
Seguidamente fue construido el mercado principal, inaugurado en 1952, durante la presidencia municipal del bachiller Cástor Julio Socorro.
Era un espacio que contaba con 20 locales, edificado en un terreno donde pastaban caballos y burros.
Sin lugar a dudas, ese fue el gran blasón que les permitió obtener, en 1989, su merecida autonomía municipal.
La principal actividad es la ganadera, la cual es de significativa importancia para la economía regional.
En el municipio se localizan movimientos económicos de distinta naturaleza, como agrícola animal, vegetal forestal y pesquero, entre otras, que aun cuando son de poca dimensión, configuran lo que podríamos llamar su función productiva, siendo la ganadería la más importante.