Fisk y Gould primero recurrieron al cuñado del presidente Ulysses S. Grant, un financiero llamado Abel Corbin, a quien utilizaron para conseguir acercarse a Grant en actos sociales, donde argumentaron en contra de la venta de oro por parte del gobierno, y Corbin apoyó sus argumentos.
Corbin convenció a Grant para nombrar al general Daniel Butterfield como asistente del Tesorero de los Estados Unidos.
Butterfield acordó avisarles antes de que el gobierno pretendiese vender oro.
Los inversores vendieron precipitadamente sus participaciones y, muchos de ellos, incluyendo Corbin, se arruinaron.
El biógrafo de Garfield, Alan Peskin, aun así, mantiene que la investigación fue bastante minuciosa.