En Valencia siguió la carrera de Teología en el Seminario Conciliar y se doctoró en 1855.
Rotas las relaciones con la Santa Sede, no pudo ordenarse y decidió cambiar de rumbo y en 1857 se trasladó a Madrid para cursar derecho en la Universidad Central doctorándose entre 1859 y 1860 en tres derechos: administrativo, civil y canónico, simultaneándolos con sus estudios en la Escuela Superior de Diplomática (1857-1859), de la que obtuvo el título de archivero-paleógrafo.
Entonces abrió bufete de abogado y trabajó en él cuatro años.
Allí siguió explicando hasta su jubilación en 1904 la gramática de las lenguas románicas.
Fue secretario general del Cuerpo de Archiveros entre otros cargos y director del Archivo Histórico Nacional entre 1896 y 1908 sustituyendo a Francisco González Vera, dejando un muy buen recuerdo de su mandato.