José de Carabantes

Apóstol de cuerpo entero, se entregó con todas sus fuerzas al ministerio entre fieles al que se consideró llamado desde el momento de su ordenación sacerdotal.

Pocos años después, dos misioneros capuchinos de Cumaná (Venezuela) llegaron a España para defender su misión ante la Corona.

El soberano no sólo aceptó aquella misión, sino que quiso potenciarla con más misioneros capuchinos, entre los que se encontraba José de Carabantes.

Carabantes comenzó aprendiendo su lengua, que a pesar de su dificultad consiguió dominar hasta poder escribir una gramática para otros misioneros, Ars addicendi atque docendi idiomata y un vocabulario, Lexicon, seu vocabularium verborum, adverbiorum, etc. (Madrid, 1678).

Tanto ante la Corona como ante la corte pontificia defendió la verdad y el honor de sus misioneros.