Las proteínas son responsables para los efectos tóxicos y letales del veneno[2] y su función de inmovilizar a presas,[5] Las enzimas tienen un papel importante en la digestión de la presa,[4] y varias otras sustancias son responsables de efectos biológicos importantes, pero no letales.
Entre los cientos, incluso miles de proteínas que se encuentran en el tósigo de serpiente, hay toxinas, neurotoxinas en particular, así como proteínas no-tóxicas (que también tienen propiedades farmacológicas), y muchas enzimas, especialmente las enzimas hidrolíticas.
Toxinas polipeptídicas (peso molecular 5-10 kDa) son citotoxinas, cardiotoxinas, y neurotoxinas postsinápticas (por ejemplo, α-Bungarotoxina y α-Cobratoxina), que se unen a los receptores de acetilcolina en las uniones neuromusculares.
La variación inter- e intra-especie en la composición química del veneno es geográfica y ontogénica.
[3] Las fosfodiesterasas interfieren con el sistema cardíaco de la presa, sobre todo para bajar la presión arterial.
Una enzima llamada acetilcolinesterasa destruye la ACh para evitar que se produce tetania.
Fasciculinos: Fasciculinos (Fasciculins en inglés) son toxinas que atacan a las neuronas colinérgicas (las que utilizan acetilcolina como transmisor) mediante la destrucción de la acetilcolinesterasa (ACh).
Las toxinas han sido llamadas fasciculinos (Fasciculins en inglés) ya que después de ser inyectadas en ratones, causaron fasciculaciones graves, generalizadas y de larga duración (5-7 h).
Fosfolipasas: Fosfolipasa es una enzima que convierte la molécula de fosfolípido en un lisofosfolípido (jabón) ==> la nueva molécula atrae y une grasas y rompe las membranas de las células.
Se unen a sitios específicos en la superficie de las células musculares y causan despolarización, es decir, la toxina impide la contracción muscular.
Por último este estudio demostró que los tipos de toxinas en las cuales la proteína ancestral forma una extensiva retícula con cisteína, eran las que llegaban a ser nuevas familias de toxinas multigénicas, funcionalmente diversas.
[12] Por tanto es muy probable que el desarrollo del veneno en las serpientes haya estado mediado por factores evolutivos, y más exactamente por selección natural.
La glándula del veneno es muy grande y está rodeada por el músculo masetero o músculo temporal, que consiste en dos bandas, el superior se extiende de detrás del ojo, el inferior se extiende desde la glándula de la mandíbula.
Un breve contacto con la piel no constituye un peligro inmediato, pero las heridas abiertas pueden ser vectores de envenenamiento.
El veneno de serpientes con colmillos proteroglifos (Hydrophiinae, Bungarus, Dendroaspis, Elaps, Pseudechis, Notechis, Acanthophis) actúa principalmente en el sistema nervioso.
La parálisis respiratoria se produce rápidamente cuando el tósigo entra en contacto con el mecanismo nervioso central que controla la respiración; por lo general, el dolor y la inflamación local no son severos.
En casos severos, que ocurren principalmente en los niños, el pulso puede llegar a ser imperceptible y las extremidades se vuelven frías; el paciente puede entrar en coma.
Estos graves síntomas constitucionales suelen pasar dentro de doce a veinticuatro horas; pero mientras tanto el hinchazón y la decoloración se habrán extendido enormemente.
Por otro lado, las especies del género Lachesis que ocurren en Malaya e India rara vez causan la muerte de seres humanos y sus mordeduras son, en algunos casos, no peor que la picadura de un avispón.
Por otra parte, la pequeña Vipera ursinii, que casi nunca muerde a menos que sea maltratada, no parece tener un veneno muy virulento y no hay registros de graves accidentes a pesar de ser una serpiente muy común en algunas partes de Austria y Hungría.
Aunque su tósigo puede ser más potente que el de varias víboras y elápidos, causa menos muertes debido a diferentes factores, por ejemplo, la efectividad de los colmillos no es grande en comparación con muchas otras serpientes: la dosis de veneno es baja, y Dispholidus typus es generalmente menos agresivo en comparación con otras serpientes venenosas, tales como cobras y mambas.
Incluye al erizo, la mangosta, el tejón de miel, el ave secretaria y algunos otros aves.
Los gatos también presentan algún tipo de inmunidad a la ingesta del veneno (Talmud babilónico, shabat 128B)