Aunque se le intento salvar la vida con un trasplante de médula ósea donada por su hermana, no tuvo éxito.
Su esposa Liudmila, embarazada de seis meses en el momento del desastre, se quedó con su esposo hasta el final, más tarde dio a luz a una niña a la que llamó, según el deseo de Vasili, Natasha.
La criatura, afectada por la radiación, sólo viviría horas, sería enterrada con su padre.
[5] En la escena, Ignatenko libró incendios en el techo del edificio del reactor, donde se habían iniciado numerosos incendios pequeños por piezas sobrecalentadas de grafito, circonio y otros componentes arrojados desde el reactor RBMK durante la explosión.
Ignatenko y los demás inhalaban humo irradiado y trabajaban en medio de montones de material nuclear expulsado, y pronto comenzaron a experimentar los efectos iniciales del Síndrome de irradiación aguda.