Cabe resaltar que para todo el personal no militar el trabajo era voluntario.
Cuando subían al techo tenían 90 segundos para limpiar los escombros y lanzarlos por una barandilla que daba al núcleo del reactor con el fin de que luego se tapara y no pudiera liberar más radiación.
Si un ser humano recibe radiaciones de 400 roentgens/hora, se considera dosis letal y con toda probabilidad la muerte puede llegar en cualquier momento.
[3] Hay fuentes no oficiales que afirman que, como consecuencia de su exposición a la radiación, muchos de los liquidadores tuvieron efectos secundarios y varios miles murieron.
[4][5][6] Nunca se ha sabido la cifra exacta, pero de acuerdo con Gueorgui Lepnín, un físico bielorruso que trabajaba en el reactor número 4, «aproximadamente 100 000 liquidadores han muerto».