Víctor Manzano y Mejorada

[2]​ En París, donde permaneció dos años, recibió las enseñanzas de François Édouard Picot, pero fue el estudio de los maestros antiguos y modernos, como Velázquez o Eugène Delacroix, de quien copió el Harem, lo que atrajo su atención hacia el realismo y el color.

Un chiquillo sentado (Museo del Prado), óleo firmado en 1859, es buen ejemplo de la influencia velazqueña en su pintura, una influencia que le va a permitir superar el costumbrismo romántico.

[3]​ En 1858 concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes con Los últimos momentos de Cervantes, adquirido por el Gobierno para el Museo Nacional (1856, Museo del Prado, en depósito en el Museo de Jaén), los retratos de los marqueses de Remisa, que se habían convertido en sus protectores desde su vuelta a Madrid, La reja, que pasó a ser propiedad de Gregorio Cruzada Villaamil y Santa Teresa en Pastrana (Santa Teresa con los príncipes de Éboli), óleo por el que obtuvo medalla de tercera clase.

[4]​ Tras el éxito de esta primera comparecencia, en 1860 presentó Los Reyes Católicos administrando justicia, que le valió medalla de segunda clase y fue adquirido por la reina Isabel II (Palacio Real de Madrid), ¡Adiós para siempre!, de asunto más ligero, del que la crítica destacó el sentido del color,[5]​ y un boceto para Los últimos días de Felipe II adquirido por los duques de Montpensier.

También obtuvo medalla de segunda clase en la Exposición Nacional de 1862 por El presidente del Consejo de Castilla, Rodrigo Vázquez, visitando a la familia de Antonio Pérez en prisión, adquirido por el infante Sebastián de Borbón, que lo nombró su pintor de cámara (Nueva York, Hispanic Society of America),[2]​ y segunda medalla en la de 1864 por Cisneros y los Grandes, adquirido por el Estado (Museo del Prado, en depósito en el Ayuntamiento de Alcalá de Henares).

Autorretrato (atribuido). Óleo sobre lienzo, 90 x 74 cm. Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias , en depósito del Museo del Prado .
Un chiquillo sentado , 1859. Óleo sobre lienzo, 106 x 83 cm, Madrid, Museo del Prado.
Una escena de inquisición , 1859. Óleo sobre lienzo, 52 x 43 cm, Madrid, Museo del Prado. Boceto para una composición mayor.