En esta misma época se convirtió en amigo del poeta rumano Benjamin Fondane y conoció a Yves Tanguy, quien más tarde le introdujo en el círculo de los surrealistas.
Posteriormente fue incluido en la exposición surrealista de Tenerife, organizada por Óscar Domínguez en 1935, año en que Brauner regresó a Bucarest.
El 28 de agosto perdió su ojo izquierdo al mediar en una violenta discusión entre Óscar Domínguez y Esteban Francés.
Brauner intentó proteger a Esteban y fue golpeado por un cristal lanzado por Domínguez: la premonición se había hecho realidad.
Vivió durante un tiempo en Perpiñán, en casa de Robert Rius, luego en Cant-Blage, en los Pirineos Orientales y en Saint Feliu d'Amont, donde quedó recluido forzosamente.