Previendo un combate, se designó que a los paracaidistas de Student se unirían oficiales de las Waffen-SS liderados por el capitán Otto Skorzeny, jefe sugerido por Ernst Kaltenbrunner a Hitler.
Hitler mismo en persona encomendó a Skorzeny la ejecución de la operación brindándole su apoyo y parabienes.
Los DFS 230 aterrizaron repentinamente frente al Hotel Campo Imperatore, aunque uno de los aparatos, el n.º 8, se despeñó y murieron sus ocupantes.
Según las memorias del propio Skorzeny, Mussolini respondió emocionado «¡Yo sabía que el Führer no me abandonaría!» Para sorpresa de los paracaidistas alemanes, el comandante Harald Mors y el teniente Otto von Berlepsch llegaron minutos después con hombres de la columna motorizada habiendo usado un camino de acceso, la cual había hecho un fácil trayecto desde Roma, para evacuar.
En esos momentos Mussolini ya estaba fuera del recinto y pudieron tomarse rápidamente algunas fotografías para testimonio histórico.
Tras algunos minutos de espera, una avioneta Fieseler Fi 156 Storch que había llegado durante la operación despegaba hacia territorio bajo control nazi llevando a Mussolini junto con Otto Skorzeny y el piloto Hans Gerlach (el aparato estaba muy sobrecargado y a duras penas pudo remontarse), mientras los paracaidistas una vez incendiados los planeadores huían con la columna motorizada alemana que esperaba en Assergi.
Mientras tanto la propaganda nazi amplificaba la importancia del rescate como una señal de que el Tercer Reich no daba por perdida la situación en Italia, particularmente tras la victoria aliada en Sicilia y los exitosos desembarcos angloestadounidenses en la costa del mar Tirreno.