A partir de finales del siglo XX, visiones que ponen en cuestión el unionismo y el nacionalismo británico se han convertido en un tema de gran relevancia en lugares como Escocia y Gales.
[2] El Acta creó un solo Parlamento de Gran Bretaña en Westminster, así como una aduana y una unión monetaria.
Aun así, el Reino de Inglaterra y Escocia mantuvieron sus propias jurisdicciones legales separadas.
En Irlanda, una campaña política y social de rechazo a la unión comenzó inmediatamente.
El apoyo social a la unión de Gran Bretaña e Irlanda del Norte es históricamente más elevado en Inglaterra y más bajo en Irlanda, Escocia y Gales, regiones que cuentan con presencia de importantes minorías anti-unión.
Cabe señalar que el electorado de Irlanda del Norte, Escocia y Gales es más proclive a votar partidos nacionalistas para las elecciones locales o regionales, mientras que para las elecciones generales domina el apoyo a la unión.
[9] Sin embargo, esta tendencia cambió tras el resultado del referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea (Brexit) en 2016, puesto que la mayoría de los norirlandeses, al igual que los escoceses, están a favor de permanecer en la Unión Europea.