[1] La Unión Patriótica fue un partido personalista ligado al mantenimiento del régimen dictatorial y a la figura de su líder.
Sin embargo, tras su viaje a Italia en noviembre de 1923, Primo de Rivera descartó la opción tracista —sus miembros fueron obligados a ingresar en la Unión Patriótica en abril de 1924— y se decantó por la segunda opción, las organizaciones promovidas por la derecha católica y que darían nacimiento a la Unión Patriótica Castellana (UPC), una fuerza política que intentaba seguir los pasos del católico Partido Popular Italiano.
[6] Así pues, para la constitución del partido único del régimen el dictador echó mano de una formación política en gestación que venía del mundo católico antiliberal y antidemocrático no carlista, más concretamente del vinculado a la Asociación Católica Nacional de Propagandistas que encabezaba Ángel Herrera Oria, y que precisamente había sido la organización que había impulsado las primeras «uniones patrióticas» con el fin de constituir el gran partido de la derecha católica en España.
En consecuencia, la nueva organización no tendría ideología, sería incompatible con la Constitución de 1876, vigente hasta entonces, y su papel consistiría en «excitar el espíritu de ciudadanía con objeto de que las Uniones lleguen a formar una mayoría parlamentaria en la cual pueda confiar el rey y que sea el primer paso para la normalidad constitucional».
El 29 les dio instrucciones «para organizar las nuevas huestes ciudadanas» creando comités «upetistas» y muchos de ellos fueron designados para formar los nuevos ayuntamientos según la normativa del Estatuto Municipal de 1924 recién aprobado.
José Calvo Sotelo le advirtió a Primo de Rivera que «los partidos políticos, cuando se organizan desde el poder y por el poder, nacen condenados a la infecundidad por falta de savia».
Fue el caso, por ejemplo, de José Yanguas Messía, antiguo diputado conservador por Linares, que llegó a presidir la Asamblea Nacional Consultiva.
Según González Calleja, un dato revelador de la «tibia acogida que tuvo el proyecto movilizador primorriverista entre la población española» fue la modesta tirada que alcanzó el diario de la UP y del régimen La Nación (50 000 ejemplares en 1927).
Un mes después se celebró una Asamblea Nacional en Madrid en la que la mayoría de los delegados pidieron la disolución del partido, y muchos se integraron en la nueva Unión Monárquica Nacional, formada por exmiembros del Directorio civil, y que heredó la estructura de la UP.
[20] Primo de Rivera definió la Unión Patriótica (UP) como «un partido central, monárquico, templado y serenamente democrático».
[21] En cuanto al debate abierto por el hispanista israelí Shlomo Ben Ami al considerar que la ideología de la UP contenía ya las ideas básicas del «fascismo español» de la década siguiente, Eduardo González Calleja afirma que si bien es cierto que estas aparecen («negación del capitalismo y del liberalismo, miedo al socialismo, apuesta por un Estado corporativo»), el upetismo «como movimiento creado por el poder, nunca cuestionó el sistema socioeconómico imperante, a pesar de que postulase la realización de unas reformas en sentido corporativo y estatalizador.
Además, a diferencia de otros partidos fascistas o populistas (como el peronismo), la UP no emprendió estas reformas ni movilizó a la sociedad para su consecución, sino que fue el oportuno comparsa sin iniciativa para un régimen dictatorial de derechas que apenas esbozó un proyecto de desmantelamiento del sistema liberal.
Sólo en este sentido de alternativa antidemocrática se puede reconocer a la UP como precursora del fascismo español».
Los periódicos más relevantes fueron La Nación en Madrid, La Razón en Barcelona, el Diario Regional en Linares, La Voz en Córdoba, Teruel, etc.[28] La Unión Patriótica no sobrevivió al régimen que la había creado, «sin embargo, el influjo de la UP superó con creces su desaparición: en su seno surgieron o se desarrollaron ideas corporativistas y autoritarias que luego quedaron plasmadas en el ideario de grupos como la Unión Monárquica Nacional, Partido Nacionalista Español, Acción Popular, Renovación Española, CEDA, Falange Española o la revista Acción Española.