Considerado dentro del hermetismo en sus primeros libros, inaugura posteriormente una línea poética alternativa, ajena a la búsqueda de un lenguaje puro y absoluto.
El padre, que se había convertido al judaísmo para casarse con la madre, que profesaba esta religión, abandonó a la familia al nacer Umberto, quien permaneció hasta los tres años bajo los cuidados de una aya, la eslovena Peppa.
Saba sufrió múltiples traumas en el nuevo ambiente familiar que le produjeron años después una grave neurosis.
Al regreso a Trieste, se casó por el rito judío con Carolina Wölfler (la Lina de sus versos) con quien tuvo una hija.
En años sucesivos fue tratado de su depresión sin que al parecer le desapareciera.