La caída del muro de Berlín en 1989 dio por finalizada la llamada Guerra Fría entre EE.UU. y la antigua URSS abriéndose nuevos horizontes para la industria civil.
A todas aquellas tecnologías desarrolladas por la industria bélica se les fue buscando aplicaciones civiles que redundaran en beneficio de la sociedad.
Sirvan como ejemplos algunos elementos, más o menos cotidianos, que deben su origen a las extraordinarias circunstancias de una guerra: nuestros actuales microondas, cuyo origen está en el radar, las comidas en lata, el detergente en polvo, los bolígrafos o la energía nuclear.
Tras las primeras versiones por radiocontrol, en 1995 entraba de lleno en las filas militares una nueva herramienta fabricada por General Atomics, el MQ-Predator.
No solo era un avión autónomo, podía memorizar rutas y objetivos sin necesidad de radio control, además era un completo sistema de armas que le valió el respeto militar y le ha hecho protagonista en prácticamente todos los conflictos desde 1995 hasta la actualidad.
A esta versatilidad se une un coste económico mucho menor por operación del que en la actualidad tienen los sistemas más tradicionales (aviones y helicópteros convencionales).