Se han ingeniado maneras para evitar la detección por cámaras infrarrojas, pero no son eficaces.
Envolverse en papel aluminio y vestir prendas mojadas no oculta de las cámaras potentes, sólo confunde las lecturas percibidas[cita requerida].
También se pueden realizar detectores sensibles al infrarrojo con elementos del tipo pozo cuántico.
Se emplean enfriando a temperaturas del rango de 4 K hasta 110 K, siendo 80K el más común; sin esta refrigeración el propio ruido térmico del sensor es superior a la señal detectada.
Funcionan a temperatura ambiente; se sacrifican prestaciones para obtener equipos más baratos y de menor consumo.
Los detectores están contenidos en un recipiente sellado al vacío (Dewar) y enfriado muchos grados bajo cero Celsius por un costoso equipo criogénico.
Las ventajas de estos detectores son: Pero sus desventajas: Dado que en este campo se están produciendo avances constantes, las prestaciones de estas cámaras se están acercando a las cámaras con detectores criogenizados.
El reflector tiene un filtro para prevenir que la cámara sea interferida por la observación de la luz visible.
Las cámaras fueron migrando de forma paulatina a otros campos tales como medicina o arqueología.
[4][5][6] Respecto al uso de la cámara térmica en Latinoamérica y los Estados Unidos, este está abarcando cada vez más ámbitos laborales distintos.