Los turbofanes tienen varias ventajas respecto a los turborreactores: consumen menos combustible,[4] lo que los hace más económicos, producen menor contaminación y reducen el ruido ambiental.Sin embargo, aumentar el flujo secundario reduce el empuje específico a velocidades cercanas o superiores a las del sonido, por lo que para aeronaves militares supersónicas se utilizan motores turbofán de bajo índice de derivación.[5] Fue el primero en desarrollarse y fue ampliamente utilizado en la aviación civil hasta que se sustituyó por los de alta derivación.Sin embargo, algunas aeronaves comerciales siguen haciendo uso de ellos, como el MD-83 con el Pratt & Whitney JT8D y el Fokker 100 con el Rolls-Royce Tay.Está situado en la parte delantera del motor y movido por un eje conectado a la última etapa de la turbina.Los más recientes tienen un índice de derivación en torno a 10, como los que usan el Boeing 787 o el Airbus 380.[8] Los turbofanes están equipados con un sistema que elimina el hielo acumulado (deshielo) e impide su formación (antihielo).Los componentes situados detrás del ventilador se van calentando durante la operación normal del motor, de modo que el hielo solo se acumula a velocidades de rotación bajas y no es necesario deshelarlo.Una vez alcanzada esta velocidad, se desacopla el motor de arranque para evitar daños por operación prolongada.[9] La incorporación de los turbofán en los aviones modernos es un gran avance para el equilibrio ecológico de los mismos, debido a que utilizan como combustible JET A 1, un desarrollo mucho más ecológico que el JP 1 utilizado en los turborreactores.