[3] El gobierno ruso manifestó que, como ciudadano de su país, seguramente Dorjiev no podía llevar a cabo una actuación diplomática en nombre del dalai lama.
[5] En cualquier caso, la mayoría de las potencias mundiales continuaron sin reconocer Mongolia ni el Tíbet, que consideraban regiones autónomas bajo soberanía china.
Los intereses de las potencias occidentales (particularmente Rusia y el Reino Unido) en estas áreas estaban garantizados gracias a los tratados que habían firmado con la dinastía Qing, que China había prometido respetar.
Reconociendo la independencia de Mongolia o del Tíbet, los países occidentales habrían invalidado estos tratados.
Además, a las potencias occidentales (y de nuevo especialmente a Rusia y al Reino Unido) les preocupaba que si estos países se declaraban independientes podían caer bajo la influencia de alguna otra potencia, una situación que consideraban peor que mantener el statu quo , con los dos territorios nominalmente bajo control de una débil China.