El tratado estableció la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) que formó parte, primero, de las Comunidades Europeas y, luego, de la Unión Europea.
El futuro de Europa, amenazado por el enfrentamiento Este-Oeste, pasaba por una reconciliación franco-alemana.
Además del evidente interés económico, la puesta en común de los recursos franceses y alemanes complementarios debía señalar el final del antagonismo entre estos dos países.
Se construirá mediante logros concretos, creando primero una solidaridad de hecho».
El mercado común del carbón y del acero debía permitir experimentar una fórmula que pudiera extenderse progresivamente a otros ámbitos económicos y que llevara en último término a la construcción de una Europa política.