El Tratado de Dárdano (85 a. C.) fue pactado entre la República romana y el reino del Ponto y firmado por Lucio Cornelio Sila y el rey Mitrídates VI.
Con su firma concluyó la primera guerra mitridática.
El tratado se acordó en la arrasada ciudad de Dárdano, fijándose allí los términos finales de la rendición del Ponto.
Las cláusulas del tratado obligaron a Mitrídates a rendir sus recién adquiridos nuevos territorios en Grecia y sus islas, del mismo modo que debía abandonar las provincias de Bitinia, Frigia, Paflagonia y Capadocia.
Igualmente, Mitrídates debía pagar dos mil talentos de su tesoro personal.