[1] Fue el instrumento de la más noble suerte del toreo a caballo y de la que mejor justificara la inclusión del toreo entre los ejercicios caballerescos, como bizarría o como adiestramiento.
No era sustancialmente distinta del arma de guerra; pero alguna particularidad señalan en ella los tratadistas que conviene conocer.
Don Luis Vañuelos y de la Cerda, por aquellos mismos años da también su opinión sobre cómo debe ser la lanza.
Siendo el asta de madera quebradiza podría acaso lograrse, aunque sin lucimiento, ya que este quedaba encomendado al acaso; preparado el lugar de quebrarse, se aseguraba el lucimiento.
Lo que sí parece claro es que la lanza usual, que en un principio sirvió para alancear toros, se fue modificando en la forma dicha hasta constituir un instrumento de torear caracterizado, aunque sin aparentes modificaciones graves.