Trascendentales del Ser

Vistos ontológicamente, los trascendentales se entienden como lo que es común a todos los seres.

Más allá de Platón, Safo de Lesbos mencionó que “Lo que es bello es bueno y quien es bueno, también llegará a ser bello”[1]​, Parménides se preguntó por primera vez por las propiedades coextensivas del ser[2]​ y Sócrates, hablado a través de Platón, lo siguió (ver Forma del Bien).

[6]​ Su discípulo, Santo Tomás de Aquino, postuló cinco trascendentales: res, unum, aliquid, bonum, verum; o "cosa", "uno", "algo", "bueno" y "verdadero".

Felipe el Canciller y Alberto Magno estipularon que había (además del concepto básico del ser mismo (ens)), la unidad (unum), la verdad (verum) y la bondad (bonum) como parte de la familia trascendental.

Immanuel Kant en el siglo XVIII desarrolló los trascendentales del ser aún más al afirmar que los trascendentales del ser eran categorías universales aplicables a todos los objetos y situaciones.

Los Trascendentales del Ser aceptados en el Catecismo de la Iglesia Católica de 1997.