[1][2][3] El término fue popularizado a principios del siglo XX por el escritor Randolph Bourne para describir "una nueva forma de pensar sobre las relaciones entre culturas".
Los defensores del transnacionalismo capitalista buscan facilitar el flujo de personas, ideas y bienes entre las regiones.
Sostienen que no tiene sentido vincular las fronteras específicas entre los Estados-nación y, por ejemplo, la mano de obra migratoria, las corporaciones globalizadas, el flujo monetario mundial, el flujo de información global y la cooperación científica mundial.
[5] Algunos han argumentado que las diásporas, como los chinos de ultramar, son un precursor histórico del transnacionalismo moderno.
Los estados de América Latina y el Caribe están desarrollando políticas que apuntan explícitamente a sus compatriotas emigrados para fortalecer sus vínculos sociales, económicos, culturales y políticos con el país de origen.
En estas políticas hacia emigrantes, la región está a la vanguardia de una tendencia cada vez más global.
[8] Los papeles menos formales pero aún significativos incluyen la transferencia o diseminación de ideas y normas políticas, tales como publicar un artículo de opinión en un periódico local, escribir un blog o presionar a un funcionario local electo.