Entre las más antiguas, la más relevante eran los rituales que acompañaban a las hogueras en el solsticio de verano[3]: Saltar sobre la hoguera daba buena suerte para el resto del año, bañarse durante esa noche fortalecía la salud, dormir con un ramo de verbena daba prosperidad económica o utilizar las cenizas de la hoguera que tenían propiedades curativas.
[5] Otro elemento protector de tipo animal era el tener entre su rebaño algunas ovejas de lana marrón oscuro y hasta negras pues era creencia generalizada que hacer esto traía buena suerte y protegía al ganado.
Estas cruces protegerían la casa y heredades contra penalidades como, tempestades, rayos, inundaciones o plagas.
En el monte Hernio existen desde tiempos antiguos unos aros metálicos que pasados por el cuerpo preservan contra las enfermedades reumáticas.
[10] Muchos etnólogos han documentado estas tradiciones pero cabe destacar el trabajo recopilatorio de José Miguel Barandiarán.