En ella se relata la historia de un funcionario que trabaja en el Registro Civil, don José, cuyo nombre es irónicamente el único que aparece en toda la obra.
Una posible interpretación de la novela tiene como eje el interrogante ético frente al poder que pueden manejar hombres comunes, infames, cuando poseen un cierto saber que puede llevarlos a cometer una probable infamia.
Don José es un insignificante empleado que sale de un anonimato existencial en búsqueda de un saber y que, sin proponérselo, se encuentra con el poder cuestionando el posicionamiento ético del personaje frente a las oposiciones construcción/deconstrucción, verdad/mentira y vida/muerte.
Es viuda y tiene problemas de salud; al final del relato es probable que muriese.
-El enfermero: trata a don José de su gripe, y descubre sus rodillas lastimadas, aunque no lo delata.
Es la última persona que le habla a Don José acerca del suicidio de la mujer y le cuenta acerca de la extrañeza del asalto a su colegio días atrás, sin haber sabido nunca que fue el mismo Don José quien lo perpetró.