Por estas circunstancias, los griegos, grandes conocedores de los asuntos egipcios, a esta materia la llamaron γύψος gypsos.
Después, los romanos tomaron la palabra y en el latín se dijo gypsum.
Esta última, no tuvo mucha suerte en castellano y pronto dejó de usarse para nombrar al material.
Voces similares a «gis» para nombrar al yeso sobrevivieron en otras lenguas romances de la península ibérica: en catalán guix, en gallego y asturiano xiz y en portugués giz.
En estas regiones, la misma palabra pasó a nombrar al objeto que sirve para escribir en los pizarrones.