Tituba también confesó que Sarah Osborne poseía una criatura con cabeza de mujer, dos piernas y alas.
[2] A pesar de ser esclava y haber confesado tales crímenes, Tituba no fue juzgada o ejecutada, fue enviada a la cárcel y más tarde puesta en libertad, sin embargo su paradero fue desconocido, pero antes tuvo una hija en prisión.
Al parecer, Tituba se retractó después de su confesión y dijo haber sido golpeada.
Los autores del siglo XX solo perpetuaron el cliché, como Arthur Miller en su famosa obra teatral El Crisol, y sus adaptaciones cinematográficas.
[6] Un testigo presencial de los hechos, el reverendo John Hale, cuenta en su libro publicado en 1697 A Modest Inquiry into The Nature of Witchcraft que las niñas habían empezado a esconderse para practicar en secreto viejas técnicas adivinatorias europeas, pero que estaban mal vistas en la estricta sociedad puritana, como echar una clara de huevo en un vaso con agua.