Conocido por su audaz ingenio, escribió numerosas obras, como "Anfitrión" o "Mostellaria", caracterizadas por su humor extravagante, personajes muy cómicos y enredos amorosos.[1][2] En la antigua península itálica, sólo los pertenecientes a familias nobles romanas tenían tres nombres, y Plauto no era noble, además de que Maccio no existe como apellido itálico de la época, y en su lugar se asemeja más a una alusión gentilizante al Maccus, un payaso arquetípico de la farsa atelana, que Plauto conocería bien.Aunque hay otros eruditos que piensan que probablemente al usar la expresión latina «empujar la piedra del molino», nuestro autor se refería a su extrema pobreza y no al trabajo literal como esclavo encargado de girar las muelas de los molinos.Plauto se inspiró en los autores de la Comedia nueva griega, principalmente en Menandro, pero también en Dífilo o Filemón entre otros, y más ocasionalmente también en la comedia media (Antífanes), mezclando a veces dos obras en una sola (contaminatio).No se limitó a traducir, sino que adaptó los originales al gusto romano, e introdujo canciones y danza (por ejemplo, la danza de esclavos y de cocineros en la Aulularia).En las últimas piezas de Plauto, los cantica ocupan mayor espacio, siempre con una enorme diversidad métrica (anapestos, créticos, baquios) que enriqueció la lengua latina con esquemas desconocidos entre los mismos griegos.A decir de los antiguos, tanta fue su estimación durante todo el Imperio, que algunos autores llegaron a afirmar que si las Musas hablaran latín lo harían con el estilo de Plauto.Emplea con preferencia la aliteración, la asonancia y el asíndeton, imprimiendo a su estilo un sello inconfundible.Sus personajes son los mismos que en las comedias griegas: jóvenes alocados y calaveras, cortesanas, alcahuetes, flautistas, traficantes de esclavos o lenones, esclavos diabólicamente astutos que sacan siempre las castañas del fuego a sus señores, comerciantes, viejos verdes y gruñones, parásitos, soldados fanfarrones, etc.; el argumento estaba lleno de situaciones de enredo, engaños y confusiones.Al año siguiente aparecieron anónimas en Amberes El mílite glorioso y Los Menechmos.[4] En el siglo XX destacan las siguientes traducciones de sus obras completas: Pedro Antonio Martín Robles, Comedias completas trasladadas de la lengua latina al español, Buenos Aires, El Ateneo, 1947.